Llevo ya unos años dedicándome a la traducción. Me aporta mucho placer y me ayuda a empatizar con lo que viven las personas que me rodean, además de ayudarme a entenderme a mí mismo.

Después de unos pocos años viendo cómo funciona esto y teniendo en cuenta el hecho de dedicarme a escribir poesía, me he dado cuenta de que estas dos profesiones, la de escritor y la de traductor están mal visibilizadas. Me explicaré.

Estoy, como traductor, en los inicios de una experiencia apasionante. Crear es bonito, placentero, necesario. Pero traducir es una profesión ideal para que las enseñanzas que aportan los creadores se extiendan a todas las lenguas posibles de manera que esa libertad que todos buscamos, la que se consigue tomando conciencia de la verdadera realidad interna de cada uno, se active. Se ponga en marcha de manera ética.

Cada uno de nosotros se asoma a la realidad por su ventana particular. Desde ahí empieza a descubrir la realidad de la vida, y, poco a poco, va sumando piezas a ese puzle que supone el Todo, en lo universal me refiero. Un Todo que se consigue a través de la propia experiencia, principalmente. Y mirando hacia dentro.

Sin embargo, la sabiduría de lo local, es muchísimo más extensa en contenido que el absoluto del misterio de la vida, que es principalmente lo que buscan algunos escritores. El misterio, como la poesía, es finito. Llega un momento en el que no hay más. Que todo es lo mismo dicho de manera distinta por cada autor. Pero la cultura local es interminable. No estamos mirando a través de un telescopio sino de un microscopio.

Lo difícil del autor creador, es vivirlo todo, experimentarlo todo y darle nombre. Tolstoi decía: “Todo lo que sé me ha sido revelado desde el corazón”. Un traductor se tiene que poner en la piel de muchos escritores. Es un creador todo terreno. Como los actores en el cine. Tienen que experimentar numerosos puntos de vista distintos.

Es curioso que nos transmiten que una actividad es más valiosa que la otra. Que es más valiosa una creación original que el hecho de transmitirla a otros idiomas. Pero como dice un amigo mío. Tenemos que hacer un homenaje a esas personas «invisibles» que trabajan para hacer un mundo mejor. En el campo que sea.

 

by: Angel

by: Angel

Melómano desde antes de nacer, me divierto traduciendo canciones y poesía. Me gusta escribir. Soy un eterno aprendiz y bebo de casi todos estilos musicales, pero con el buen rock alternativo me derrito.

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  1. Que grandes todos ellos. Para mi, el más desconocido es Anthony Quayle. Una vez más, Edu, un gran trabajo.

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