A veces, deslizarse en los límites establecidos de los géneros musicales resulta sencillo -y quizás reconfortante-. Otras sin embargo representa un desafío constante, una pirueta desequilibrada sobre los filos angulosos en los que se mueve la manera de componer -pretensión según el caso- de bandas dispuestas a desafiar los estratos sociales musicales. Si hablamos de términos como post black metal o black metal ambiental, por nombrar sólo un par de ellos, quizás definamos certeramente el origen pero no por ello acertemos a calibrar el presente. ¿Existe un paralelismo entre Alcest, Harakiri For The Sky u Oranssi Pazuzu?. Seguramente pero como nexo, nudo, embrión, más que como línea de acción.
En la pleyade de bandas partiendo de los círculos gélidos de la oscuridad hacia esferas propias, podemos encuadrar también a Besna. Procedentes de Bratislava, los eslovacos cantan en su lengua nativa lo que acentúa aún más esa sensación exarcebada de tratar de definir de manera propia la huida de los cánones primitivos del black metal. El muro que construyen unas guitarras que a partir de su limpieza, de una claridad en contraste con la oscuridad que promulga las líneas vocales. Y es que ambas directrices forman parte de la columna central de los que Besna tratan de construir en este “Krásno”, la maquiavélica sucesión de riff en los que la desmedida potencia no se enraiza en la crudeza sino que incide una y otra vez en mostrar esa faceta “limpia” mientras la voz explora los más sinuosos y cavernosos caminos extremos del black metal como puerto de amarre con unas influencias que no terminan de escapar. Esa convivencia y connivencia entre dos mundos que fluyen como uno propio bajo los auspicios de la música de Besna.
El primer párrafo es una gran definición, a mi entender, del sonido post black en general y en particular del que practica Besna. Las guitarras limpias me llegan a sonar a Satriani y los más salvajes a veces, a metal core… Una paleta de colores musicales tan extensa como difícil de definir. Muy buena reseña.