Al entrar a la Oasis suenan clásicos de los 80 como Depeche Mode, Tears for fears, Talking heads o Inxs. Está claro que la nostalgia va a ser un elemento clave de la noche. No olvidemos que en 2024 se han cumplido 35 años de la publicación del primer LP de Niños del Brasil, Del amor y del odio. Una celebración que ha sufrido varios retrasos y que finalmente anoche se hizo realidad en su Zaragoza natal. ¿Qué esperar hoy en día del directo de uno de los grupos clave de la movida zaragozana de finales de los 80? Quizás lo mejor sea no esperar nada y disfrutar de sus canciones. El logo de Los niños del Brasil preside el escenario y varios maniquís distribuidos por el mismo lo llevan pintado en el pecho. La estética siempre fue algo fundamental para Niños del Brasil. Otra constante del movimiento zaragozano de los 80.
Abrió fuego El gran puzzle cósmico, el peculiar proyecto del no menos peculiar Sergio Herrero. Este autodenominado terrorista musical se ríe de todo y de todos. Su irónica propuesta se podría definir como un cruce entre unos Front 242 hasta las cejas de ketamina y Manolo Cabezabolo. Sobre sus ritmos machacones se pasean en delirantes letras Yoko Ono, el pollo de Andreíta, la infanta de naranja y la de limón, Superman, Cristo, el Michael y el Tutankamon. Todo un personaje.
Sobre las 10 de la noche salieron a escena Niños del Brasil. Su sonido se ha endurecido, dando más importancia a las guitarras frente a los sintetizadores (que siguen siendo fundamentales). Los nuevos miembros como Beto al bajo, Adrián a la batería y la reciente incorporación de Jorge Bermejo (en sustitución de Nacho Saldaña quien lo ha dejado por motivos de salud) han otorgado al grupo un sonido más cercano a una banda de rock. Sin embargo, el sonido de anoche no fue el ideal, faltaba contundencia. Se echaba de menos más volumen en el bajo y la guitarra. Quizás haya tenido algo que ver el hecho que el concierto se fuera a grabar para la posteridad. Eso sí: ahí estaba la imperturbable figura de Nacho Atmósfera y la voz de Santi Rex tan enérgica como siempre y por la que parece que no pasan los años. El problema del sonido se fue arreglando poco a poco, aunque en general creo que no fue su mejor noche en cuanto a sonido. Una pena porque no se puede poner ninguna pega a la entrega del grupo sobre el escenario. Lo dieron todo e hicieron disfrutar con sus canciones a sus fans de toda la vida.
Niños del Brasil atacaron sus temas más populares como El mundo de la imperfección, Las curvas del placer, Sed de venganza, Dame tus manos, Viernes, Al oeste o Recuérdame. Vamos, el repertorio soñado de los fans. No se vayan todavía. Rescataron temas menos conocidos como X, Ni por viejo ni por diablo o Las calles de Teruel e incluso alguna cara B. Tras un amago de abandonar el escenario, regresaron para deleitarnos con sendas versiones de Kraftwerk (La Modelo) y B-Movie (Nowhere girl). Curiosamente fue en estas versiones cuando creo que el grupo sonó mejor. Como guinda sonora al pastel nos brindaron su Party, Party en la que contaron con la colaboración de Sergio Herrero en un final que sólo puedo definir como épico.
La vida nos ha cambiado a todos en estos 35 años pero la música tiene un innegable poder evocador. Anoche, por momentos, volví a sentirme como si tuviera 15 años otra vez.
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