Como os prometí, continúo con esta primera trilogía de discos de corte Powerpop Rock’N’Roll que estrené el pasado lunes con el glorioso último disco de Redd Kross.
La continuación no podía quedarse atrás y el nuevo trabajo de los italianos de La Spezia, THE PEAWEES, me tiene absolutamente enganchado. Uno de los discos del año, ¡sin ninguna duda!
He tenido una deuda pendiente con ellos desde hace años, de hecho desde que vi a los Prima Donna en 2015 en Castellón y me habló la propia banda de la banda de Herbé Peroncini. Todo el mundo hablaba maravillas de ellos en directo, me recomendaban sus discos imperativamente y bueno, no es que no hiciese caso, empecé a escuchar su maravillosa discografía, pero no fue hasta que los vi abriendo para The Hellacopters en Valencia el pasado mayo que no sentí ese enamoramiento que ahora mismo siento (y eso que el sonido que les dejaron tener, en una sala que no es para el Rock’N’Roll, dejó bastante que desear). Solo faltaba dejar que el disco llegase a mis pabellones auditivos…
Dejemos que ‘El Lobo’ nos envuelva de energía positiva que falta nos hace…
Porque eso es lo que siempre me producen The Peawees cuando escucho sus discos, esa perfecta combinación entre Powerpop, Punk’N’Roll, Soul y Garage Punk me da un chute de energía inmediata, es un pildorazo de buen rollo, de luz, de vivir la vida a pesar de sus mierdas y sus desengaños, en fin, de todo esto y de algunas cosas más habla One Ride (2024), el séptimo disco de estudio de nuestros protagonistas de hoy.
Hacía ya seis años, en concreto desde Moving Target (2018), que no teníamos una nueva colección de chisporroteantes temazos y esta hoja de ruta se me antoja similar a la que siempre han llevado Redd Kross, se saben dosificar a la perfección (imagino que el presupuesto también dicta su ley…) y cuando tienen un disco entre manos sabes que es una joya de orfebrería Powerpoppie como en el caso que nos ocupa.
11 canciones, 11 singles, 11 joyas luminosas y rebosantes de vivencias, sentimientos/emociones a flor de piel y una capacidad rítmica y de estribillos supercertera para hacerte sentir vivo y con ganas de agitar tu cuerpo (y tu mente). No puede comenzar la cosa mejor que con la vacilada de «Banana Tree», a la que le sigue el primer joyazo powerpop con «Drive», ¡y qué estribillo se gastan aquí! «Plastic Bullets» escupe su venazo punk rocker ramoniano que hace que su primer single editado, «The Wolf», resulte un contraste en clave garage soul absolutamente perfecto y excelentemente bien colocado en el tracklist.
Me quiebran mucho los tres temas siguientes, «Lost In The Middle», «She Cries and She Kills» y el enérgico y perfecto «Who’s The Enemy?». Mal de amores lo llaman… pero que te ponen las pilas por su energética firma. Relativiza…
«Spell On Me» nos devuelve a ese garage rock’n’roll que también saben facturar los de Herbé P. con el aporte de unos vientos jolgoriosamente bien colocados para aportar el toque Glam. Otro sobresaliente. «Before I Die» comienza a cerrar el disco con otro estribillo de irónica vitalidad, ¡me flipa esta banda! Con sus fraseos perfectos, su adecuada vilis y esos backgrounds vocals tan efectivos.
Esto ‘mismito’ pasa con el tema homónimo al título del álbum. Me quito el sombrero con «One Ride». Cierra semejante pepinazo de disco una composición que cuenta con la mismísima colaboración de The Detroit Cobras, «You’ll Never Be Mine Again», un corte ‘loser’, para perdedores que embriagan su pena entre lágrimas y alcohol. Otra joya en medio tiempo, en clave garage soul, para desengañados de la vida y con Herbé mostrando su faceta más ‘crooner’.
Acabo ya confesándoos que tengo este disco ya formando parte de mi ADN, lo tengo muy dentro, y no es para menos con esa capacidad compositiva y eterno feeling del que siguen presumiendo los italianos…
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