Curiosamente este verano pudimos ver con dos semanas de diferencia los dos proyectos de Einar Solberg: el suyo en solitario en el Rock Imperium y con Leprous en el Z Live. Ambos tuvieron críticas por el sector más metalero, más en en Zamora al no coincidir con nadie y menos en Cartagena al solaparse con Accept. El caso es que Solberg parece dejar a un lado el metal progresivo de sus primeros trabajos y centrarse en nuevas experiencias progresivas como adelantaba su proyecto personal y el anterior LP de Leprous “Aphelion”.
El caso es que este nuevo trabajo demuestra la facilidad para componer de Einar Solberg, quien además canta como nunca. Una excepcionalidad que eleva el rock progresivo a una nueva dimensión. Poderoso empieza el disco con “Silently walking alone”, maravilloso corte de metal progresivo en la onda de Soen, yendo de emenos a más, relajado al inicio con el casi único apoyo del sintetizador para crecer en el estribillo. Maravilloso llegando a una gran altura en el final, con un Solberg desatado en el registro agudo.
Misma estructura metalera lleva “Atonement”, otro corte que gustará a sus antiguos seguidores. Otro “crescendo” que llega al paroxismo en el estribillo. Además la banda acompaña con unas buenas guitarras de Robin Ognedal y Tor Oddmund Suhrke, el bajo de Simon Borven y la estratosférica batería de Baard Kolstad. Otro final desatado nos deja con ganas de más.
Tras este poderoso comienzo el “Melodies of atonement” vira hacia el medio tiempo con “My specter” y “I hear the sirens”. Dos cortes similares en estructura, más experimentales, etéreos y cercanos al avant garde. Nos interesa más el segundo, con su espectacular composición de fondo espacial y los instrumentos uniéndose poco a poco hasta la explosión melódica desde la mitad de canción y un final con, de nuevo, Solberg desatado, alternando tesituras agudísimas con más graves.
Protagonismo del bajo en “Like a sunken ship” donde regresa al metal progresivo aunque queda algo lejos que los dos temas de apertura (sin ser, ni mucho menos, una mala canción). Aun así, el nivel sigue siendo extraordinario.
“Limbo” vuelve a ser otro medio tiempo experimental que transita relajado y con una guitarra que nos recuerda casi al “funky”. Bien. Más extraño y complejo puede resultar “Faceless”, otro corte relajado en la línea de esa música estadounidense elegante unido a un riff de guitarra estupendo y a otra estructura de menos a más que permite lucir la voz de Einar Solberg.
Esa querencia por el abandono de los sonidos más duros y explorar otras atmósferas y cadencias más lentas lo notamos en “Starlight” que nos va acompañando al final del disco con “Self satisfied lullaby” en formato minimalista, con protagonismo del coro y que nos recuerda a cierta música clásica contemporánea como el “I lie” de David Lang, popularizado al encontrarse en la banda sonora de esa obra maestra que es “La gran belleza” de Paolo Sorrentino (aunque su mejor corte era “The beatitudes” de Martinov, con la que le encontramos también similitudes) y un cierre adecuado con “Unfree my soul” que coloca un “broche de oro” a un disco que a buenseguro se encontrará en las listas de los mejores del año.
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