El auge de los tributos a grupos famosos es innegable. Sólo hay que ver buena parte de la programación de salas durante el año para comprobar como el mercado está saturado de este tipo de concepto musical. Gente deseosa de poder escuchar canciones que conoce de sobra que bien porque la banda no existe o porque no puede acceder a una entrada por factores socieconómicos copan una parte del mercado.
Si es cierto, que entre estos tributos existen variaciones de todo tipo. Desde ejemplos que recrean a la perfección la atmósfera, las voces y la música de grandes bandas a otros más modestos que sólo pretenden ganar algo de dinero beneficiándose del nombre conocido. Este a ABBA es de los primeros.
Un grupo que proviene de Suecia (como dice su nombre) y que ha seleccionado un “casting” de envergadura para poder recrear a la perfección lo que sería un conciertos de los creadores de “Thank you for the music” (sin duda, la gran olvidada del set list pues solo sonó en la despedida). Una formación creada por miembros de gira de ABBA, de los que sólo queda el batería, y que con los años ha ido variando a sus miembros. En este evento del Tío Pepe Festival, Arrival from Sweden llegaba con el batería original antes citado, un percusionista, bajo, saxo, tres coristas, el guitarrista, el sintetizador y las dos vocalistas.
A favor, una puesta en escena cuidada con numerosos cambios de vestuario, toda la música era en directo, con nada grabado, grandes músicos, buen sonido y dos cantantes que se parecían a las originales (Agnetha y Anni- Frid) tanto vocal como físicamente. En su contra, las imposibles pelucas de los émulos de Bjorn y Benny, la imposibilidad de crear el célebre “wall of sound” de Phil Spector, por el que se caracterizó ABBA en directo y algunos vestidos no planchados de forma correcta, por lo que se notaban las arrugas.
Aun así, el público disfrutó (que a fin de cuentas es lo importante), cantó una buena parte del repertorio (que se sabía a la perfección) y unió a varias generaciones pues entre el público convivían desde adolecentes a veteranos, pasando por jóvenes y mediana edad. Algo que traspasa fronteras pues ABBA es un fenómeno pop de los setenta. Incluso, en el final con “Dancing queen” subió a cantar con ellos una niña pequeña.
Los músicos se mostraron afables y ofrecieron lo más relevante del cancionero de los nórdicos, comenzando por “Voulez vous” y “Does tour mother now”, enlazando con las celebradas “Gimme, gimme, gimme” y “Super trouper”, bajando algo la intensidad con un medley que finalizada con “Lay all your love on me”, “SOS”, un intermezzo musical para cambio de vestuario y otro medley de temas menos conocidos, con la más cantada “Knowing me, knowing you” como momento álgido de esta parte central.
El clima volvía a subir con “Money, money”, un “Fernando” donde la “falsa Frida” entonó algunas estrofas en español, calma con “Name of the game” y “Eagle” para enlazar un final apoteósico con “The winner takes it all”, “Chiquitita”, “Waterloo” y “Mamma mia”, antes de los bises “Take a chance” y la antes referida “Dancing queen”. Una hora y media donde los presentes pudieron recordar parte de su pasado musical, demostrando que ABBA es parte de sus vidas. Vimos sonrisas y satisfacción en los rostros del público que abandonaba la pista y la tribuna del recinto de la Bodega Las Copas. Y eso es lo principal e importante en un concierto.
Fotografía: Adrián Fatou (cortesía de la organización)
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