El mayor aporte que tiene hacer reseñas es la empatía que tengo con los músicos, y viceversa. El otro día Sofi, la bajista de MalaBrava, hace un post sobre lo difícil que es para las bandas obtener repercusión en los medios sin sacar la cartera, cosa que yo, en mis humildes posibilidades, trato de contrarrestar. Le digo que con que me llame guapo, las reseño, a lo que ella me dice: “reséñanos, guapo”, pero claro, como lo ha dicho sin ganas, la voy a poner a caer de un burro. Un, dos, tres… ¡MalaBrava!
Rock de la siesta. Mola mucho el punteo inicial de Rozzy. Es como si alguien le hubiera arreado un patadón al ampli y sus componentes se hubieran desperdigado por el sueño, pero siguiera sonando. En vez de sonar, cada golpecito de la púa en las cuerdas vibra, lo que le da un toque crudo, garajero, salvaje. La sala de máquinas entra como una apisonadora. Es difícil buscar referentes porque no acaba de estar en mi zona de confort, pero, si te mola el Rock Lobster, te tiene que molar esta parida. Hay un rock de la cárcel, un rock del psiquiátrico… ¿Por qué no un rock de la siesta?
Jarana. Cuando la sección de cuerda queda con una sola guitarra, el protagonismo de Sofi con el bajo se incrementa. En esta concretamente es la columna vertebral del tema, on la guitarra y la batería reducidas a la mínima expresión, es el bucle maniaco que ha creado Sofi y la voz de Andrea las que se llevan los focos. Lo dije en el Historia natural, la última referencia que tuve de ellas, y lo repito: gran influencia tarantiniana. Parece que vas a ver entrar en escena a Harvey Keitel diciendo que él sólo conduce a una velocidad: a toda hostia.
Pastafarismo. Es la versión leñera de Jarana. En esta Rozzy no se anda con milongas y saca un bucle tan maniaco como el de Sofi, con una Margui que es todo platos, por lo menos hasta la primera estrofa. Es un rock&roll cincuentero o sesentero, de los que evolucionaban de bandas vocales o de estilos como el doo wap, pero pasado por un tamiz garajero y guarro —en el mejor sentido posible—. The Mills Brothers tenían una, Chinatown, my Chinatown, si le pones un poco de Chuck Berry y algo de los Ramones, versionándolo todo en el sótano de un taller abandonado, lo tienes.
Neopreno. Primer single del disqui. Es imposible oírlo sin descojonarte. Hoy voy embutida en neopreno / a ver si pesco a algún moreno / Más bien es todo postureo /No tengo idea de surfeo / Yo solo quiero mamoneo. Lo cojonudo es que ahí van las cuatro, con el neopreno, bailando como si fuera el comienzo de Pulp Fiction. Lo dijo Lemmy Killmister: si pierdes el sentido del humor, estás acabado. Estas cuatro forajidas, desde luego que no están acabadas. A lo mejor es mera empatía: en neopreno tengo que ser algo así como un salchichón puesto a secar y no sé nadar. Así que embutirme en neopreno en busca de mamoneo… descartado.
Petra pistolas. Peter Gunn es de esas canciones que igual no te suena. Si te digo Henry Mancini igual te acuerdas de Ángelo Mancini, de Hechos contra el decoro, pero si te silbo cinco notas, me juego las botas de Sofi a que me sigues. Aquí Rozzy vuelve a echarse la banda a las espaldas. Margui es un valor seguro, el motor de la locomotora, Sofi está en una labor más oscura y Andrea desarrolla una letra totalmente mimetizada con la púa de Rozzy, creando entre las cuatro una amalgama garajera y sufera a partes iguales. Que huele a aire salado y a sótano sin ventilar al mismo tiempo. Instrumentalmente, tal vez sea de las mejores que han dado, un puñetazo en el morro.
What a Bravaway. ¡Ahí sí que me has dado en el corazoncito! Toca algo que se parezca al viejo Robert, R. L. Burnside, y seremos amigos para siempre. Aunque esta en puro John Lee Hooker en Boom boom boom. Claro, el registro vocal de Andrea le da el puntito de pimienta, pero el espíritu… eso prevalece.
Polka Hippie. MalaBrava siempre mete alguna canción que se sale del estilo. En Historia natural era la última, Desastre natural, y ahora cae esto. Esto es un pepinazo punky, y punto. Tiene un punto Sex Pistols, con algo casi casi The Offspring. Tiene algo de power pop, en ese terreno neblinoso entre el pop y rock, o el punk más comercial. Es imposible escuchar este estribillo sin ponerte a bailar, o a cabecear, o a convulsionar como si te hubieran pegado un chispazo con la batería de un autobús. Andrea acaba soltando un irrintzi mientras la canción tira a Romero el madero, de SKA-P, en un directo del que no quiero ver la fecha porque me voy a acabar sintiendo viejo, y estoy hecho un adolescente. Hasta me ha salido un grano en la nariz que atestigua mi frescura y juventud.
Música de miedo. Si Tarantino dirigiera El bueno, el feo y el malo, empezaría con esta guitarrita. El caso es que, a medida que avanza, toma un aire a las pelis de la Hammer, a James Whale, a aquellos Drácula y Frankenstein (por cierto, Frankenstein es el doctor, la criatura no tenía nombre) … lo que las acerca a Misfits, salvando las distancias estilísticas.
Outro. Han decidido morir matando, con un instrumental revienta tímpanos, con aulliditos de lobos y todo. Un aquelarre, pero rockero, garajero, surfero y con toques punkis.
Ya es la tercera reseña que les hago, así que entran en el sorteo de una yogurtera. Para los garajeros, enlaces de la banda:
Bandcamp: https://malabrava.bandcamp.com
Spotify: https://open.spotify.com/intl-es/artist/73g4GCGf1jwEEACFIn9gF8
Mail: lasmalabrava@gmail.com
Facebook: https://es-es.facebook.com/lasmalabrava/
Instagram: https://www.instagram.com/malabrava/
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