De la mano de Maldito Records nos encontramos de frente con el punk corrosivo de los leoneses Catalina Grande Piñón Pequeño, que de la mano del sello reúne un buen puñado de canciones de trabajos anteriores para lanzarlos bajo el nombre de «Razonables éxitos» una fantástica manera de recopilar en un solo cd lo que han estado maquinando durante estos años Catalina Grande Piñón Pequeño. El disco se abre «Los de la Capi» en la que presumen de unos riffs de guitarras gordísimos jugueteando en las fronteras del metal mientras retratan con perfección lo que muchos vivimos en temporada estival de parte de alguno que se cree que fuera de sus fronteras de ladrillos, todo es selva. Tirando de velocidad, nos encontramos con dos cañonazos punk rock como son la corrosiva y sin pelos en la lengua, «El ofensor del pueblo» y la plena de melodías «Choco Jungly». Sentido del humor como medio de transporte para la crítica social y canciones que excepto alguna, no sobrepasan los dos minutos y medio.
Templan la velocidad -que no la intensidad ni la actitud canalla- con «Condones de cecina» donde se aproximan a los sonidos del rock and roll made in Spain de tintes urbanos, para volver a recuperar las canciones a toda mecha con la siguiente, «Menestra con ginebra» que apenas llega al minuto. CGPP se toman la vida con velocidad, humor, ironía y actitud. Historias callejeras, diarias, desde su punto de vista irreverente como «Véndeme el Kía» que espetan a un conocido tenista más hábil con la raqueta que con las palabras. Distorsión y fondo de metal como acomodo para las líneas punk de las voces te golpean en «Arroz con costilla» como una apisonadora. Punk paterno filial obrero es lo que nos encontramos en «Riñones de leche». Como anillo al dedo viene la siguiente canción después de lamentable espectáculo en redes por algún que otro supuesto recatado al que ha ofendido el anuncio televisivo de una conocida marca de crema de chocolate mientras les parece normal las barbaridades que sueltan o comparten detrás del teclado de un teléfono. Pero vayamos al turrón, o mejor dicho al chocolate, que suena «Nocilla de dos colores». Melodías cuasi pop aparecen en «Calzoncillo azucarao», una canción de amor punk en la vena unos Ramones o Nikis acelerados para la ocasión.
Truena la guitarra en «Canción de odio», agresiva, directa, ¡rómpelo todo!. Cambio de registro, balada de tintes urbanos, canción de amor a la revisión del automóvil, odisea hercúlea como no tengas cita previa. Para «perros con jersey» se convierten en una banda de death/doom que nos recuerda la tabla de multiplicar del cero y la obsesión alimenticia -entre otras- por el cero. Retrato de la realidad laboral a ritmo pop con «No soy Amancio Ortega», recitando de memoria situaciones que podría haber salido de ese estupenda radiografía del sistema que hizo David Graeber en «Trabajos de mierda». Vuelve la aceleración para «El cartel de los helaos» a mil por hora. Aguja e hilo para coser esas hechuras a lo Def Con Dos de «Jabón de lagarto». Para despedir estos «Razonables éxitos» rock and roll clásico que ya quisiera mucho que presume de rockero por la vida con «Opel Kadett 1.8i» y una revisión acústica de «Los de la capi». Un disco que debe sonar a buen volumen para entonar la fiesta sin dejar de prestar atención a los mensajes que encierra.
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