Cocer a fuego lento, conseguir con la práctica afinar con las cantidades, recrearse en los detalles sin perder nunca la perspectiva que conceda a la materia prima principal la mayor de las atenciones es como no importarte conducir por carreteras secundarias que retrasen tú hora de llegada a cambio de escapar del frío impersonal de las autopistas y sus puestos de peaje donde entregar con el cambio exacto pedazos del alma. Así, han decidido fraguar su carrera los vigueses Aphonnic, paso a paso, firme, consciente, sabiendo que es preferible meter un pie en un bache y hacer el esfuerzo necesario para sobreponerse que los cielos abiertos de la temporalidad limitada, de las fechas de caducidad.

“Indomable” (2016) fue la señal de advertencia para muchos de que Aphonnic contaban para las apuestas, que “Héroes” (2013) no era ningún canto  de sirena ni otro brindis al sol refrendado con aquel maravilloso “La Reina” (2020). A partir de ahí han ido reforzando su personalidad, su sonido, su propia fórmula mágica con la que cuando gracias al trabajo y el talento al fin das con ella, todo rueda en el sentido adecuado. “Crema” no hace más que confirmarnos lo que ya sabíamos, sospechábamos, que ya no hay vuelta atrás al menos momentánea. No sería hacer justica tratar de comparar con el trío vencedor nombrado antes, porque Aphonnic se encuentran envueltos en un modo y momento donde ya los terminos “esperanza” y “confirmación” se quedan atras ante la realidad de unos músicos que nos presentan un trabajo incólume.

“Crema” nos propone una ecuación perfectamente resuelta de melodía, fuerza y compromiso. Algo mucho más sencillo de decir que de plasmar en canciones. Aphonnic son capaces de jugar con las emociones de manera que de forma natural se filtren por los conductos necesarios para impregnar de su esencia a aquel que abra la puerta de los sentidos a la música que contiene “Crema”. Siete discos en el haber de Aphonnic.  Este séptimo, a la altura de las expectativas. 

Aphonnic- Crema

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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