La pareja de cineastas formada por Matt Bettinelli- Olpin y Tyler Gillet se han convertido por méritos propios en especialistas en cine de terror moderno, tras ofrecernos su segmento en la coral “V-H-S”, su debut en “El heredero del diablo”, su confirmación con el éxito de “Noche de bodas” que les permitió rodar el remake de la franquicia “Scream” y “Scream VI”. Cine “palomitero”, irregular pero entretenido.
Constantes que se mantienen en “Abigail”, otro producto sangriento y divertido que tras una breve introducción, con un secuestro a una preadolescente nos conduce a una “casa de los horrores” donde los delincuentes tendrán que hacer frente a una serie de macabros acontecimientos. Un guion excesivo, casi “granguiñolesco” pero que a buen seguro que hará las delicias hacia el público al que va dirigido la película que por sus pretensiones recuerda bastante a “Noche de bodas”. Un “survivor” en una mansión de corte victoriano.
Los directores dominan el género del terror, matizándolo con dosis de humor y unos personajes que resultan meros arquetipos, por lo que el dolor y las heridas que sufren se convierten en un paso a la comedia negra. Es difícil que alguien pueda sentir empatía o sentirse identificado con estas esquemáticas personalidades, dentro de un “libreto2 eficaz pero plagado de “deux ex machina”.
Una puesta en escena pirotécnica y vertiginosa donde una vez hechas las presentaciones todo sucede a toda velocidad, como si de una montaña rusa se tratase, enlazando una secuencia tras otra donde aparecen nuevas estancias como si de pantallas de videojuego se tratase, personajes olvidados o apariciones estelares. Parece claro que todo está supeditado a la parte visual, incluido lo narrativo o lo actoral, con un reparto encabezado por Melissa Barrera, con la que ya habían trabajado en las dos cintas de “Scream” y Dan Stevens, lejos de su galán en “Downton Abbey” y más cerca de su pícaro en las dos historias de Kong y Godzilla. Entre los secundarios aparecen Giancarlo Esposito y Mathew Goode y se nos presenta a la niña Alisha Weir, frágil como humana y horrible como monstruo aunque algo histriónica.
“Abigail” es cine de entretenimiento, de no pensar. Fácil de ver y de olvidar. A buenseguro que sus responsables no buscan sesudas interpretaciones sino que el público al que va dirigido salga del cine con una sonrisa, sin profundizar más allá pues en cuanto se rasca un poco la superficie deja al descubierto sus defectos argumentales.
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