No me voy a esconder ni aunque me fuera la vida en ella. El heavy metal de corte netamente ochentero de los norteamericanos Greyhawk. Los sonidos propios de la forma y manera de entender el heavy metal se hacen visibles a través de las canciones de este “Thunderheart”. Si alguien no resiste la tentación de llamarme neorrancio, solo alegaré, primero que me la trae floja, segundo, que tengo más de una década encima de la que llegaba la gabarra por navegar la ría de Bilbao -zoroniak Athletic. ¡Txapeldunak!.-.
De la mano de Fighter Records, este primer larga duración nos golpea de frente con una colección de auténtico y puro heavy metal capaz de combinar los tonos épicos con otros más propios del hard rock cuando el momento lo pide. Puños en alto, melenas -el que la conserve- al viento, los dedos señalando el signo del diablo y canciones que rememoran momentos y lugares donde siempre nos sentimos orgullosos de ser de los nuestros. Basados en la tradición pero la producción consigue que no quede en una simulación añeja sino que dota el disco de un sonido actual que derrocha potencia. La voz, característica, encargada de proclamar vientos de guerra y añadir dotes épicas a la musica, amparado por el trabajo de unos músicos capaces de recrear la idea en la que creen de manera fantástica.
Escuchate cañonazos como “Rock & Roll city” y su impronta hard rockera, las enseñanzas de los más memorables trabajos de Manowar en “The last mile” o la fuerza capaz de cortar el viento como el filo de una afilada espada de “Thunderheart”. Himnos de batalla como “Steadfast” o la andanada compacta de la inicial “Spellstone”. 44 minutos para disfrutar y recrearse en un sonido que se mantiene vivo más allá de modas y focos mediáticos. Tres cuartos de hora de heavy metal sin más, ni menos. Nueve canciones con los que reivindicar a Greyhawk. Discos así, a mí todos los que queráis.
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