Tras una discreta carrera como actriz, cuyo principal papel fue interpretar a Camilla Parker- Bowles en la tercera y cuarta entrega de la serie «The Crown», Emerald Fennel decidió pasarse detrás de las cámaras con «Una joven prometedora», cinta independiente pero que consiguió gran éxito, con un Oscar al mejor guion e importantes candidaturas como película y dirección merced a destacadas virtudes tanto en realización como ritmo. Una locura escénica pero lastrada en el resultado final por ese exceso visual, lleno de clichés contemporáneos y posmodernismo en su máxima expresión.
Ahora vuelve a incidir en su barroco estilo con “Saltburn” que, sin embargo nos parece mejor largometraje que su alabada “opera prima”. De nuevo, incide con un derroche imaginativo en las imágenes, salpimentado con un montaje estupendo que consigue que en sus más de dos horas no se pierda nada de ritmo narrativo y no nos aburramos con esta iniciación vampírica.
Y explicamos lo de vampírico, pues el principal argumento es como alguien sin ninguna relevancia va medrando y engatusando a una noble pero ingenua familia de clase alta. Lo interesante que nos ofrece Fennel no es la lucha de clases sino la capacidad arribista de ciertas personas que mediante la ingenuidad y el halago van ganando puntos en el escalafón, eliminando la competencia. Todo en el marco aristocrático que ofrece la Universidad de Oxford y de una mansión en la Inglaterra rural. Todo un híbrido entre “Retorno a Brideshead” y “Eva al desnudo” aunque lejos de los códigos morales de la novela de Evelyn Waugh.
Sin duda, su argumento no carece de interés y está bien hilado uniendo el academicismo formal británico, ilustrado en la maravillosa fotografía de Linus Sandgren, con códigos pop y una buena dosis de ironía y humor negro.
No es una cinta “redonda” por ese gusto por el exceso que en algunos momentos parece tan decadente como ese mundo al que critica de fiestas suntuosas con velas o excentricidades como jugar al tenis con una botella de champán y vestido de etiqueta (no veíamos algo así desde el entrenamiento del aristócrata vallista de “Carros de fuego” con una copa de cristal del espumoso vino en cada obstáculo).
Y esa diversión que nos ofrece es mejorada por el extraordinario reparto comandado por Barry Keoghan, con Rosamund Pike, Carey Mulligan y Richard E. Grant entre los rostros más conocidos o los menos habituales de Jacob Elordi, Alison Oliver y Archie Madekwe.
“Saltburn” es un buen acercamiento al punto de unión del “eros” y el “tanatos”, las diferencias entre las clases medias y altas y el poder de la victimización que consigue en la actualidad ser aceptado. Toda una gran metáfora que se pierde en la parte “thriller” pero que funciona a la perfección en su explicación política y en la arrolladora imaginaria que Emerald Fennel dota a su producto. Quizás algo exagerada pero con innegable talento.
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