Siempre es interesante oír algo sobre el relevo generacional en este rollo. Me estoy volviendo un poco pollavieja, no sé si será cosa de la edad y, cada vez que oigo algo de la chavalería, veo gente haciendo el gilipollas en una red social que no sé ni pronunciar. Por suerte, tampoco es así. Hay chavalillos y chavalillas que tienen las cosas claras, que tienen la suficiente gallardía como para buscar su sonido, su estética, aunque no sea la más popular, y tratar de expresar lo que les inquieta. Hoy, gracias al increíble olfato de Mercedes Herrada, que nunca decepciona, me ha caído, esta joya en las manos. Un, dos, tres… ¡Periferia!

Designios. Nada más empezar nos han tirado a los pies la tarjeta de visita. Ya sabemos qué produce esa sala de máquinas, aunque no renuncian a la parte melódica, a la importancia de las letras. He tenido un leve destello a las estrofas de I drew myself, de Grim Paradise, en los primeros compases, aunque Periferia, en cuanto arrancan las baterías a ritmo de caballo de carreras, se han etiquetado. Digamos que es el espíritu de unos Kaótico, punk con mucha actitud, a toda velocidad y berreando coros, pero con letras que narran historias, como las de Vito, de Sínkope. Estoy pensando en ¿Qué te has creído, tío?, del Por pensar le dio al hombre.

Opúsculo para cobardes. Seguramente será una ida de olla mía, porque estilísticamente no tienen nada que ver, pero esta guitarra y Noe, de Grim Paradise, suenan parecido. Estoy pensando en Cross the line of life, que abría su Afterlife. También tiene esa acústica, o semiacústica, pero furibunda forma de tocar de Kurt Cobain, de Nirvana, en el Unplugged. Lo que debería ser el espacio de la distorsión lo ocupa un poderoso bajo —recurso infinito en bandas con este sonido, nunca lo suficientemente reivindicado—, hasta que todo estalla en un estribillo que parece bajar el ritmo, pero sin perder potencia.

Lady Tender. Batería tirando de timbal que, unido a un bajo poderoso, dan un esqueleto potente a la canción. Periferia tiene una cosa curiosa: si coges la letra sola, te estás imaginando a una cantautora medio hippie, con una bandana en el pelo, a lo Joan Baez. Si escuchas la canción en instrumental es una especie de Wake me up when september ends, de Green Day, pero con la batería de unos jóvenes Reincidentes. Cuando mezclamos ambos conceptos, pones la fuerza y la poesía en una mezcla ecléctica que merece la pena.

Sálvame. No sé lo que habrán pensado estos cuatro forajidos, pero hay ocasiones en que compones canciones y otras que salen con método mayéutico: la propia canción se cansa de habitar el mundo de las ideas y se materializa por sí misma (esto es una pedantería platónica). Esta canción tiene que ser mayéutica: los primeros acordes son tan buenos que todo surge plantando alrededor el resto de componentes, como el primer tallo de lo que luego se convertirá en una sequoia centenaria.

Caída libre. Comienzos como esta canción me hace ver una conexión, aunque sea espiritual más que estilística, entre este tipo de sonido y cantautores como Víctor Jara o Bob Dylan. Me voy a repetir, pero en cuanto a las letras, al ambiente que transmiten, estoy pensando en Vito y sus Sínkope, en Marea… Ha cambiado el guitarreo, tiene un aura más industrial en las estrofas, un movimiento de púa más controlado, más replicante, de Mensch-machine. En el estribillo, recuperan su espíritu punk, ese guitarreo más potente, más descontrolado.

Periferia. Con el charles y unas guitarras que se insinúan más que mostrarse, tienen ese aura enérgica, de ira contenida, de Foo Fighters en All my life. La batería, con tanto tirar de caja, me está llevando de vuelta a bandas que hace un chingo, como dicen en México, que no escucho. Un disco de Clawfinger que se me rayó de tanto darle vueltas en el discman. Oh mierda, soy más viejo que un bosque.

El niño que no sabe. Es la versión rockera-punk-hardcore de El guardian entre el centeno. Se podría denominar una historia iniciatica, y cuando estás en una historia entre Salinger e Historias del Kronen y se mezcla con una sala de máquinas potente, rabiosa… se crea una especie de contraste, fuerte, vigorosa, pero a la vez sensible y, en cierta medida, melancólica.

Me vacío. Batería y bajo han levantado el pie del acelerador. Es una manera de probarse a sí mismos. ¿Puede sonar leñero sin ir a toda hostia? Confirmamos. Esta letra tiene algo, un mensaje. Todos lo hacemos. Esto que está ante tus ojos hace un momento era un cachito blanco en medio de la pantalla. Cualquier letra que tecleo, imagino que igual que las de la banda, es un momento en silencio, inhalar profundo, ordenar ideas y desnudar el alma para dejarlo plasmado, como si fuera una instantánea interna. Si pudiera hacer una recomendación, Reagan y la Tatcher decían que la sociedad no existe, que son un grupo de individuos con problemas individuales, pero yo quiero darle la vuelta. ¿Y si esta evisceración sentimental tiene raíces universales? Como los enamorados, que se dicen en secreto cosas que hemos oído todos, pero aún así bajan la voz.

En guardia de la noche. Espera, ¿no era Jon Nieve en el muro? Raíces flamencas, o rumberas. Estaba pensando en Pájaros de barro, de Manolo García, una guitarra, unas palmas y la voz, como si estuviéramos al final de una noche de verano, apalancados en el patio de la casa de la abuela de tu colega. Y justo cuando pensaba que íbamos a estar tranquilitos… ¡leña! Esta batería levanta a un muerto. El caso es que, si no vamos a los estribillos, se mantiene el espíritu tranquilo, de semi balada cañera.

Aprender de lo vivido. Tienen momentos Foo Fighters, como The pretender. Se nota la rabia, las ganas de decir algo. No lo veis / juntos aprendimos a crecer / en el recreo de la adversidad / y nunca pudimos volver / sigo en pie / quedan cenizas tras la tempestad / aunque el tiempo fue siempre tan cruel. No entiendo un carajo de poesía, sólo faltaba que dé la crítica de sabiondo, pero son rimas eficaces, sin saltos mortales, con un mensaje claro de resiliencia. Tienen el espíritu de inicio, de gente joven. Mi punto de vista se acerca más al de Chinato, de no estoy muerto, me alegro de la lluvia y me alegro del viento.

Cada peca de la luna. Última parada. Estos chavales son prolíficos. Una guitarra saltando de cuerda a cuerda en unos acordes de los que no tengo ni puta idea de hacer, una voz femenina, y unos coros que son el descubrimiento de la jornada. Me gustaría ver Periferia en directo, a ver como suenan esos coros en las canciones cañeras. Siempre que veo intercambios de voces masculinas y femeninas pienso en Lacuna Coil o Kinki Boys, que es, más que un cambio estético, como si cambiara la banda entera.

Ha sido un viaje intenso, y lo hemos pasado bien, sobre todo imaginando la proyección de estos cuatro. Para los punkis de espíritu, enlaces de la banda:

 

YouTube https://www.youtube.com/channel/UCwEkof2ohRcM661fY01sk9w

Spotify https://open.spotify.com/intl-es/artist/0XrH6ldTNnTtaIRILHcbkI

Instagram https://www.instagram.com/periferiagrupo/

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Periferia – Fortuna o Discordia

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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