Lo de NEBULA en noche de toro y flamenco ayer conecta por güija con el Rock duro de los tiempos de furia, espiritismo eléctrico de descarga con decibelios en espiral que el trio invoca detonando piezas de fusilería oscura, ritmo animal en sudor y espasmos que hacen subir la temperatura del local Jerezano a un grado de ebullición cavernícola demoledor. Ácidos, que no psicodélicos, provistos de artillería distorsionada como un ejército de bombardeo llegado de la centuria decimonónica y propulsados en toda su amplitud monolítica por un bajo elefante que engulle Bourbon a tragos largos y unas baquetas de fricción nuclear que resuenan en las primeras filas como el estallido de un puto Big Bang, los de la burbuja de piedra y Cosmos hacen de su sonido bronco, áspero, de rugido hiriente, una exposición de repertorio en plena demencia que evita levitar sobre el recuerdo de sus mejores aportaciones flotantes, esas que suelen tomar distancia en momentos de serenidad interior en algunos de sus discos contrastando atmósferas con la tierra, la sangre, la indolencia del género, vómito metálico de Riffs y dureza de titanio lo que se escucha aterrando en la arrebatada Guarida anoche que implosiona desde el centro mismo de la Tierra y que ellos absorben de los 70 como una ingestión descomunal de brutalidad y sin vértigo, una fosa, tabique de plata en etéreo, que aspirase la década subterránea que vio nacer a IOMMI, HAWKWIND, PINK FAIRIES, los STOOGES, los primeros MOTÖRHEAD, BLUE CHEER…siendo la variante burra de su ya larga discografía, en rocas de cincelado bizarro, lo que se va abriendo paso entre el achicharrante calor que genera el volumen metálico de las guitarras, lo que va a disparar la adrenalina del evento haciéndola fluir como un torrente de lava que no contemple final.

Ellos siguen siendo producto de una época (los 90) que encumbró imposturas a destajo, hijos de una estirpe de credo con actitud pero sin desarrollo, grupo que determina causa y efecto de toda aquella impresión como una forma de entender el Heavy ácido de antaño que no contempla matices, nunca emociones que puedan ser retenidas por la mente más allá de la potencia gigante que produce el impacto físico…no hay melodías, no sensaciones visibles de que puedas viajar hacia el infinito dentro de algún pensamiento imposible, quizás por ello entiendo que al igual que muchos otros grupos de su tiempo y también de ahora (millares) que han sido catalogados bajo el término «Psicodélico» desde la perspectiva de la estética que proporciona la imagen y el sonido manipulado, NEBULA son entidad de choque terrenal, carne y músculo más que mente y creación psicoactiva, en realidad la «psicodelia» o yo, claro está, no les situaría en ningún lugar de indeterminación, ninguna galaxia remota que pueda entenderles ausentes.

Así, mientras el Ángel de la noche jerezana se inflama con semejante lanzallamas de watios asesinos, quemadas la alas, quizás cayéndose el arquetipo, desde el espacio, como un demonio de acción remota el querubín defenestrado sobre el plasma que arde bajo la piel del recuerdo, NEBULA, supervillana de los Guardianes de la Galaxia aquí trío de poder enrarecido por los efectos de la guitarra, concentran una tremenda energía que se apodera de EDDIE GLASS haciéndole demonio, más de acero que de cristal el tipo, muy delgado, un raro sujeto, extraño en su fisonomía de trovador malvado, disturbio básico de las canciones con su castigada Gibson SG, su figura de supervivencia nómada supongo, para todo lo que el llamado Stoner norteamericano propone como vivencia y máxima identidad en sus patrones de reproducción automática.

Mientras todo eso sucede, o yo me lo invento, lo cual me da igual, suenan canciones como piedras volcánicas de un rosario apocalíptico que se desprenden en línea recta, material de vibración incontenible que aniquila pero que siempre es el mismo, aunque parezca distinto. Tras todo ello, o aún pendiente de poderse determinar, quedan humeantes, succionadas, desmembradas, refugiadas entre los restos, los escombros del turbio garito sureño y desplomadas igual que cadáveres de una masacre a la altura de nuestros pies, rotundas morfologías de la experiencia nebulosa… desde «High Wired» hasta «Let It Burn»…»The Dagger», «Tomorrow Never Comes»…un puñado de atrocidades sónicas que son una auténtica depredación, HEAVY de basura kármica y garage fuzz sin fisuras ni inclemencias, sin posible juicio de intelecto, algo del todo letal, granadas de mano a degüello que Cristal y sus compinches usan como batalla siniestra para celebrar el exterminio del mundo.

by: Lyd Heavyman

by: Lyd Heavyman

Adicto al Rock, las guitarras, los cómics Marvel de los 70, el cine mudo alemán, los libros que no puede entender y la tortilla de patatas de la venta Quemada.

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