Hutong es la cadena de restaurantes más exclusivos si hablamos de cocina china. Situados siempre en los mejores barrios de ciudades como Nueva York, Miami, Madrid, Hong Kong o Dubai. Sinónimo de cocina cantonesa burguesa y no apto para todo tipo de público. El Hutong de Londres se sitúa en otro enclave sobresaliente como es la planta 33 del edificio The Shard, con unas vistas de impresión al Tower Bridge, más iluminado cuando cae la noche.
Local amplio, camareros atentos y una cocina bien trabajada con productos bien elaborados. Si notamos algún error grave, si hablamos de un restaurante de alto precio como este, como traer el pato lacado al inicio en un menú degustación o comprobar como a algunas mesas les servían sus copas de vino en la barra, llevándosela a su mesa. Aun así es un sitio donde no sólo se va a comer, se va a ver y ser visto. De ahí que antes de irnos estaba sonando música de discoteca para los comensales que allí quedaban.
En cuanto al ágape pedimos el menú largo aunque decidimos pedir una sola botella de vino en vez del maridaje completo. Ya hemos explicado en alguna otra ocasión que la cocina china acepta casi cualquier vino. En esta ocasión pedimos un Amarone della Valporicella, de bodegas Biscardo. Uvas Corvina, Corvinone y Rondinella que crean un vino de fuerte color granate oscuro, potente de alcohol pero elegante en boca y sabor perfecto para combinar carne, pasta, pescado y marisco. Para ello, nos decantamos por el Classico (en vez del Reserva). Todo un orgullo para esta región del Véneto italiano (en concreto, Verona) y que sirve como líquido principal en la parte final de su menú.
El primer plato que apareció en mesa fue el pato laqueado servido con sus pancakes y verduras. Nada malo se puede decir pues la piel y la carne se fundían casi en una sola por el tiempo de asado, pintado e inflado del ave. Una combinación perfecta que se unía a un salteado de ternera cortado en juliana con un glaseado de chili dulce que ofrecía un punto diferente de carne al ser casi barritas crujientes y una delicia como unos wontón de vieria y gambas con una salsa picante de ajo de Sichuán. Unos entrantes de envergadura. Nada malo se puede decir de una exquisita tempura de berenjena al estilo Sichuán.
Continuamos la cena con la original langosta frita al estilo de Sichuán, cortada en tiras y rebozada y servida con rodajas de guindilla, judía negra y ajo seco. Un bocado delicioso que sirvió de perfecto contrapunto al solomillo de ternera Ma La, servido salteado con una salsa algo picante donde dominaba la judía negra y acompañado de un salteado al wok de Kai Lan, esa verdura alargada con un punto interesante de amargor.
Como plato estrella nos presentaron en un plato con la cabeza y la cola de una langosta un arroz frito marinero con pescado seco y jengibre, más espectacular en su presentación que de sabor pues los hemos probado mucho mejores en cualquier puerto de mar de España. Además que el arroz fuese aparte nos resulto extraño. Por suerte apareció como cierre salado los noodles del Hutong, algo picantes presentados en sopa con carne picada por encima y salsa de cacahuete.
En cuanto a los postres, nunca han sido lo mejor de la cocina asiática y tampoco soy gran degustador de dulces pero ni la tarta de chocolate con sorbete de mandarina ni el pudding de mango con salsa de frutas mejoraron nada de lo comido con anterioridad.
Hutong es un comedor especial, uno de esos sitios de moda a los que hay que ir por lo menos una vez en la vida pero que gastronómicamente aunque ofrece cosas, por el alto precio que se paga preferimos otras opciones.
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