Como hemos explicado en otras reseñas en El Rincón del Gourmet la auténtica cocina china es un mundo apasionante y a descubrir pues, como sucede en el resto de gastronomías, varían según la zona. Quizás la joya de la corona sea la cantonesa y pekinesa, ya que su plato más conocido; el pato lacado o laqueado es manjar digno de emperadores, con una preparación laboriosa pues tras eviscerarlo se infla para separar, con posterioridad, carne y piel, asada durante largo tiempo y donde la grasa se funde con el exterior dando ese precioso color y textura crujiente.
Uno de los mejores sitios en Madrid para comerlo es el Asia Gallery, auténtico referente de la cocina cantonesa. Elegimos el situado en el interior del Hotel Westin Palace, un lujoso local no especialmente grande pero con decoración recargada y suntuosa. Lo que se puede esperar de un comedor burgués, con un servicio esmerado de sala y una carta con materias primas de calidad, buena referencias vinícolas y gran trabajo con cada uno de los platos. No en vano han conseguido numerosos premios y durante bastantes años mantuvieron un Sol en la Guía Repsol, cuando lo tradicional estaba bien valorado.
Fuimos a probar su mítico pato laqueado y pedimos uno entero para tres comensales, cantidad más que suficiente pero a eso iremos un poco más tarde. Primero, tras tomar una cerveza de aperitivo elegimos el vino que nos iba a acompañar. La cocina china tiene la fortuna de poder maridar con casi todo así que arriesgamos algo y pensamos que la acidez de la riesling del Waltraud, esa maravilla de Bodegas Torres en homenaje a su mujer, podría dar unos interesantes matices al plato principal.
Antes como entrantes elegimos los rollos vietnamitas, de carne y verduras. Muy buenos, presentados junto a un caldo frío agripicante. Tras ello, llegó una de las especialidades de la casa como es la selección de dim- sum. Unas refinadas empanadillas al vapor, con diferentes rellenos. Delicadas, sabrosas y hechas a mano una a una. Uno de mis preferidos dentro de la cocina china.
El principal, como no podía ser de otra manera, era el pato lacado. Un ejemplar de algo más de tres kilos, presentado en mesa y cortado y preparado a la vista de los presentes. Delicioso, crujiente por fuera y tierno por dentro. En China (y en buenos restaurantes de los Chinatown de Londres o Nueva York) es toda una liturgia su preparación, separando en crepes, uniendo parte de la carne con tallarines y finalizando con una sopa con los huesos. En Asia Gallery, nos contaron que su clientela prefiere sólo la parte de las obleas aunque los tallarines con pato lo siguen sirviendo en el menú degustación.
Así que ante nuestros ojos nos presentaron los crepes rellenos de verduras y pato, en dos tandas donde pudimos degustar unos con la piel, otros con piel y carne y algunos con cortes como la pechuga o zonas más jugosas del ave. Aun solo comido en forma de crepe relleno es una maravilla, un capricho gastronómico a degustar con buena compañía. Además el vino aguantó, e incluso mejoro, el sabor de la pasta, el pato y las verduras.
Como no somos muy de postres y menos de la cocina oriental dulce (lo sentimos) preferimos finalizar el rotundo ágape con el solomillo de buey caramelizado estilo Sichuán, zona célebre por sus picantes. Ante nosotros apareció una ración de gran sabor, rico caramelizado y punto perfecto de picante. Eso sí, no nos dio la impresión de que fuese ni buey ni solomillo, más bien lomo alto de vacuno. Aun así, muy bueno y que sirvió de colofón a una excelente velada donde se aúna calidad y clase, en un rincón tan exclusivo de Madrid como es el Hotel Westin Palace.
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