Segunda jornada que intentamos sintetizar del Rock Imperium 2023 donde se vio desde primera hora bastante gente comprando la camiseta oficial de este año en el puesto de merchan. Un detalle el del festival el de dejar entrar con una botella de agua y un bocadillo, existiendo algunas fuentes repartidas por el recinto y la cantidad de “food trucks”, junto al mercadillo, en la zona superior junto al tercer escenario. Nosotros para soportar el calor y el cansancio de tantas horas viendo conciertos necesitamos una comida caliente al día así que visitamos alguno de los restaurantes cercanos al puerto para degustar el pescado frito, los arroces y mariscos célebres de la cocina murciana junto con tapas tan apetecibles como el pulpo al horno o las marineras. Llegamos justo antes de empezar la actuación de Chez Kane donde la británica demostró su actitud (y aptitud) con su poderoso hard rock, a pesar de ser pronto, hacer calor y cuarenta minutos de actuación. Set list basado en sus discos “Chez Kane” y “Powerzone” que dejaron tan buenas sensaciones como su visita en salas en enero de este año. Fantástico inicio. Eso sí, el motivo de perdernos las primeras bandas fue que antes de la comida asistimos a las 12: 30 a la actuación de Melt 4, cuarteto japonés que habían tocado el día anterior en el tercer escenario con buenas sensaciones, como nos contaron varios asistentes (gracias José Carlos, Antonia y Silvia). El lugar para el directo fue el Espacio Al Viento, una discoteca adecentada para la ocasión y donde los nipones dieron buena muestra de su talento en sus cuarenta y cinco minutos en escena. Juventud insultante, ganas de agradar y un metal que en palabras de José Carlos Sisto parecen Metallica hace cuarenta años. Se nota que es su gran referente, atreviéndose con una versión del “Seek and destroy”, junto a un set list con piezas en inglés y en su idioma natal. Un acierto de banda como la idea de agrandar el festival con estos espacios alternativos y complementarios.
Tras Chez Kane fuimos al tercer escenario a ver ese extraño proyecto valenciano- finlandés llamado Midjungards. “Pagan metal” bien ejecutado y bastante agresivo que gustó a los presentes, en cuarenta minutos con ecos clásicos de bandas como Venom, junto con toques de esa nueva hornada de “folk metal vikingo”. Su repertorio se centró en su disco “From Scandza to Covadonga”. Tal vez si hubiese sido más largo, el cambio de tercio tan radical hubiese sido demasiado pero fue un interesante apunte a otros sonidos.
Y es que en esta edición del Rock Imperium, nos centramos en sonidos menos contundentes, como los que suenan en los escenarios principales. Y en el Cartagena Stage llegaban una de las bandas que más nos apetecía ver como son The Night Flight Orchestra. Hard rock de “altos vuelos” que como casi todo lo que nos llega de Suecia tiene una ejecución admirable. Un proyecto que impactó desde su inicial “Midnight flyer” y que en su hora de duración nos dejó boquiabiertos con su propuesta melódica de gran calidad. Más sabiendo que sus fundadores provienen del death metal melódico como son su cantante y guitarra de Soilwork o al bajo el gran Sharlee D’ Angelo de Arch Enemy (aunque en esta ocasión fue sustituido por otro componente a las cuatro cuerdas). Teníamos muchas ganas de verlos en directo (por unas razones u otras todavía no habíamos coincido) y no defraudaron. Ganas de volver a disfrutar de su divertida propuesta, con las dos coristas-azafatas bebiendo espumoso, nada grabado, músicos de blanco inmaculado y un despliegue que finalizó con el público improvisando una gran conga.
Y más suecos de envergadura, con otros clásicos del hard rock melódico como son H.E.A.T., con su “frontman” Kenny Leckremo a la cabeza (menudo forma de suplir a esa máquina que es Erik Gronwall, al que veremos mañana (hoy cuando salga esta reseña) con Skid Row). Hora y veinte minutos, con la misma ambición de comerse el escenario que cuando los descubrimosí hace diez años. Repertorio de clase, con algunas píldoras de su reciente “Force majeure” y joyas como “Living on the run” o la final “A shot at redemption”. Mucho nivel y clase.
Y como una trilogía sueca, aparecían por el Cartagena Stage Europe, unos de los triunfadores el año pasado, más si tuvieron que hacerlo aumentando su repertorio tras la cancelación a última hora de Whitesnake. En este año han mostrado algunas novedades como tocar “Seven Doors Hotel” (que sonó de maravilla), “Love is not the enemy” o “Stormwind” pero su set list se mantiene (y sigue funcionando) con su arrollador inicio con “Walk the earth”, la antes mencionada “Seven Doors Hotel” y “Rock the night” y perlas de un pasado que no volverá como “Carrie”, “Open your heart”, “Superticious” y ese final envolvente con “Cherokee” y “The final countdown”. Elegantes en su “hard rock” con unos miembros que apenas han cambiado en estas décadas: Joey Tempest que mantiene su voz, la colección de guitarras de John Norum, la base rítmica de John Leven e Ian Haungland y los teclados de Mic Michaeli aunque su único debe fue la falta de movimiento en escena de todos los componentes, salvo Joey Tempest.
Un precedente extraordinario para esperar a Deep Purple, primera confirmación del festival, y toda una institución del rock. Música con mayúsculas. Y defendieron a la perfección su repertorio, más teniendo en cuenta que la gran mayoría están más cerca de los ochenta años que de los setenta pero Ian Gillan mantiene el tipo con la voz (nadie le puede pedir que cante como hace cincuenta años), Ian Paice y Roger Glover son leyendas de la batería y el bajo, como sucede con Don Airey (mejor sustitución para Jon Lord es imposible). Tocaron alguna de sus nuevos trabajos como el gran «Whoosh!» pero todos habíamos venido a escuchar genialidades como “Highway star” (fue su apertura), “Black night” (su cierre), “Hush”, “Perfect strangers” o “Smoke on the water”, junto a su virtuosimo, sus solos de todo tipo, con algún guiño a la cultura española en la improvisación al teclado en su hora y media (aunque tenían programada dos) que no olvidaremos fácilmente.
Tras tamaña muestra de virtuosismo, gran lección de metal progresivo de los suecos Soen a los que tuvieron a bien concederles hora y media de actuación (que tampoco completaron pues se despidieron a la hora y diez minutos) donde desplegaron bastante de su nuevo trabajo “Atlantis” junto a sus melodías más conocidas como “Monarch”, “Martyrs” o “Lotus”. Fue un colofón magnífico. Y ¡ojo! Porque regresan en sala a España en octubre.
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