Lo primero que hay que mencionar en esta reseña es la extraordinaria visión de sus promotores Retorno a la Escena del Crimen y Oliskull por conseguir traer a Soulfly a Sevilla entre sus actuaciones por la Península Ibérica, en sendos festivales en Lisboa y Galicia. Una gestión que el público agradeció llenando la Sala Fanatic, con quinientas personas enfervorecidas con esta primera visita de los de Max Cavalera.
Y desde bastantes horas antes había numerosos grupos con camisetas negras bebiendo por el Polígono Industrial que acoge el lugar del evento. Se ve que había muchas ganas.
Aunque antes de Soulfly, les tocaba la “papeleta” de abrir el concierto a Soulbreak, sexteto sevillano que practican un atractivo metalcore, con groove y buenos toques de música industrial. En sus más de tres cuartos de actuación convencieron, con temas de sus volúmenes del “No signal”, una serie de Ep´s que ahora cumple su tercera entrega, y con una actitud desbordante, con toques contemporáneos como el guante con punteros láser o la mesa en el escenario. Además finalizaron con una versión del “Walk” de Pantera y su “The world on fire” donde fusilan el “Smack my bitch up” de Prodigy. Así los locales consiguieron los primeros “pogos” de la noche y sentar a los asistentes para hacerles levantarse a botar como en la película “Desmadre a la americana”.
Y a las 22:45 aparecían por el escenario de la Fanatic, Soulfly el cuarteto que lidera una figura tan respetada dentro del “thrash metal” como es Max Cavalera en el que es su proyecto más importante desde que dejó Sepultura en ya lejano 1996. Es decir, lleva casi el doble de años con Soulfly que con Sepultura aunque huelga decir que desde que se marchó él de aquella forma tan poca amistosa los brasileños no han vuelto a sacar ningún disco a la altura de clásicos como “Arise”, “Chaos A.D.” o “Roots”.
En esta ocasión llegaban para presentar su último LP “Totem”, un trabajo que no terminó de convencer a esta redacción, salvo los primeros temas. Y algo así le debe suceder a Max Cavalera pues sólo tocó dos canciones del “Totem”, las iniciales de este duodécimo álbum “Superstition” y “Filth upon filth”. Y a pesar que la primera sí fue bastante coreada se encontraban inmersas en la parte central del repertorio que abrió con un clásico como es “Back to the primitive”, del segundo disco “Primitive” del que curiosamente eligieron otros dos cortes: la primera canción y la última pues cerraron con “Jumpdafuckup”.
Del resto, un buen repaso a su trayectoria pero con especial hincapié a su primer “Soulfly”, del que tocaron nada menos que cinco muestras como son “No hope= no fear”, “Bleed”, “No” y unas muy aplaudidas “Tribe” y “Eye for an eye”, aquel tema que abría el disco en colaboración con Fear Factory. Casi abría que hablar de una sexta pues también sonó en la noche hispalense “Fire” aunque unida a la celebrada “Porrada”, única “muesca” del “Prophecy”. Son doce discos pero se centraron más en sus comienzos cuando revolucionaron el panorama con esa unión de thrash y groove metal que práctica el combo estadounidense- brasileño pues están establecidos en Arizona desde sus inicios, con un combo más o menos establecido con Mike Leon al bajo, su hijo Zyon Cavalera a la batería y Max como maestro de ceremonias.
Estética militar en el escenario, con el micrófono lleno de balas y redes de camuflaje por doquier en un concierto que por la cantidad de gente agolpada, llenó de un enorme calor a la sala, dominada por el sudor de bastantes personas que se quitaron su camiseta para brincar, hacer salvajes pogos y bailar desenfrenadamente a ritmo de los compases tribales que han hecho célebre a la música de Max Cavalera. Un ejemplo fue ver el suelo encharcado al terminar el concierto. Condensación y furia.
A pesar del bochorno, Cavalera apareció con manga larga y una chaqueta con parches traseros de Motorhead e Inmortal.
Hubo algunos “covers” de pasados proyectos como “Wasting away” de la olvidada Nailbomb y un “pildorazo” de Sepultura como es “Refuse/ resist” y aunque amagaron con tocar “Territory” se quedaron en un breve apunte. Quizás eso fue lo peor pues tras hora y cuarto de evolución se retiraron, con lo que el concierto se quedó algo corto. Además el sonido, a pesar de no estar mal, tampoco fue excelso ni todo lo agresivo que ha sido siempre Soulfly.
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