Un pequeño bloque ‘Pesado’ para ir quitándome discos escuchados este verano. Mira que cogí con ganas el duodécimo disco de Max Cavalera con sus Soulfly, hace ya unos cuantos que no me apetecía entrar en esa mezcla sobada y resobada de Groove Metal, Thrash y Death aderezados con los conocidos sonidos tribales del Amazonas brasileiro y he sentido curiosidad de ‘asomarme’ para ver en qué estado creativo se encontraba la banda. He de decir que lo disfruté en la primera escucha por la desconexión que tenía de la banda, pero a partir de la segunda y siguientes se ha desinflado en tiempo récord. Max es una institución en el Metal, un músico y personaje que revolucionó junto con Pantera y Machine Head el Metal 90’s y que aportaron savia nueva y un nuevo nivel de agresión sónica inédito hasta la fecha. Por esto siempre tendrá todo mi respeto, pero creativamente, o está agotado y sin ideas o quiere seguir explotando hasta las últimas consecuencias la fórmula que le hizo famoso…
El mundo va de eso, de ‘Inmundicia sobre Inmundicia’…
Y poco más puedo aportar a una reseña que en un principio creí que la haría en positivo y que está siendo lo contrario. Pocos momentos ‘interesantes’, ¡por no decir ninguno!, suenan muy bien la triada inicial «Superstition», «Scarved The Curve» y «Filth Upon Filth», pero mi interés baja muchos enteros a partir de aquí, todo suena a una mezcla de los Sepultura de Chaos A.D. (1993) y Roots (1996) y los dos primeros discos de Soulfly. Poco Más. El acostumbrado y tradicional instrumental de cada disco, aquí «Soulfly XII», suena diferente, como una mezcla entre Depeche Mode y U2 pero no deja de ser eso, una intrumental que sirve de puente para llegar al epílogo con «Spirit Animal», una composición tribal y algo caótica que se sale un poco de la dinámica lineal que escucharás en todo el disco. Decepción…
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