Reconozco que no tengo muy claro la definición de Metalpaco y si mis convicciones se ajustan fielmente a ella, pero os puedo asegurar que estoy dispuesto a defender con mis puños el heavy metal si hiciera falta, sobre todo el que de manera tan magistral ejecutan los jienenses Witchtower. Su ya cuarto disco, editado de la mano de Unsilent Tomb Records, revuelve las catacumbas del underground donde el caldero del heavy metal hierve desde unos años alejado de las miradas de un modernismo que navega a favor de viento, influenciado por el tratado de autenticidad temporal que marcan los autonombrados doctores honoris causa del rollo musical.
Para deleite de los que nunca perdimos la fe y también para los que tuvieron su momento de duda pero han vuelto a recuperarla fortalecida, “Voyeur” es de esos discos que la apuntala y cimenta un camino que seguramente no sea de baldosas amarillas pero que a estas alturas nos importa ya más bien poco. “Voyeur” es puro heavy metal heredado de aquellos años en los que este, alejándose de la pomposidad impostada del prog rock e incluso de cierto hard rock aburguesado, plantó cara en las islas británicas al punk, batiéndose por el reinado de las noches de los fines de semana en lúgubres garitos donde reinaban los vatios y una música que por mucho que pese a alguno, se ha mostrado atemporal. Canciones como “Sherry Lee”, uno de esos himnos por los que no dudaría en ofrecer mi alma al diablo, “The Gallows” o “No chance” representan una conjunción extraordinaria de fuerza sin renunciar a la melodía.
Ecos de bandas como Angel Witch, Satan y susurros que traen a mi cabeza al Rey Diamante. Yo digo sí bien fuerte mientras alzo mi puño y realizo el símbolo del diablo con mis dedos (si algún día alguien vuelve a sacar en el negocio aquello de la apropiación cultural, tal vez deberíamos abrir este melón). Larga vida al heavy metal y honor eterno a gente como Witchtower que hacen que la llama siga perviviendo.
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