Seis locales contemplan a una de las franquicias más divertidas que existen en Madrid pues lo que nos ofrece Tuk Tuk es su visión de la comida callejera asiática pero sin quedarse en un país en concreto. Una visión de la cocina de Tailandia, de Filipinas, de Indonesia, de Hong Kong o Malasia con platos emblemáticos y otros menos conocidos. En la actualidad cuentan con cuatro restaurantes en Madrid capital, otro en Leganés y un último en Arroyomolinos.
Elegimos el primigenio en la calle Barquillo y desde fuera alegra esa visión desenfadada que se acentúa en el interior con las paredes repletas de guiños a la cultura asiática con películas, videojuegos y personajes a los que les han cambiado el título para adecuarlo a platos de su carta. Por cierto; lo suficientemente amplia para tener que visitar los Tuk Tuk varias veces para probarlos todos. En esta ocasión fui con mi mujer y ambos quedamos gratamente sorprendidos por la calidad de ingredientes y cocinados, trasportándonos a un inolvidable viaje por Tailandia donde disfrutamos tanto de Estrellas Michelín en Bangkok como el Nahm o el Reflexions tanto como de puestos callejeros en su capital, en Chiang Mai o Puket. Además el servicio es eficiente, atento y rápido. ¿Qué más se puede pedir?
Como grandes amantes de las sopas comenzamos con uno de los caldos más importantes de Tailandia como es la Tom Yun. De las mejores que he probado en España. Picante, como debe ser, con su galangal, hoja de lima, citronela y jengibre originales junto a la cebolla, los champiñones y los langostinos. Y es de agradecer que el plato, de generosa cantidad, lleve bastante crustáceo, no limitándose a una pequeña muestra.
También rica estaba la sopa Pho, todo un icono en Vietnam con un caldo poderoso con fideos de arroz, pequeños trozos de ternera, unas albóndigas de carne y bien especiada con cilantro, jengibre y brotes de soja. Además tienen el detalle de ofrecer un cuenco con guindilla, cilantro picado y unas rodajas de lima.
Se puede pedir vino pero con los picantes somos más de beber cerveza. Tienen Singha de Tailandia y Tsintao de China pero preferimos decantarnos por una jarra de medio litro de Mahou que trajeron helada. Se agradece algo fácil de beber para superar la capsaicina. Como aguas para pasar el trago sumamos el agua de coco.
Como plato principal destacamos un apetitoso (y generoso) pato picante y mango de Singapur. Buenos trozos del ave salteados con sambal, salsa de soja con jengibre, cebolla encurtida y pequeños pedazos de mango. Crujiente, lleno de sabor y un nivel tolerable de picante para todos los públicos.
Nos quedamos con ganas de probar más platos pero al final nos decantamos por ver sus versiones de los postres, destacando un estupendo Pasapog, un cheese cake filipino con jengibre, limón y unas rocas de chocolate blanco. Sensacional, original y bien elaborado.
Tanto que ensombrecía un brownie balinés, presentado en una copa con una sopa de coco y frutos secos. No tenemos ni idea si lo presentarán así en Indonesia pero tampoco nos desagradó.
Así que para una reunión informal, con amigos o pareja que guste de estos sabores orientales sólo nos queda recomendar esta grata sorpresa que conforma este proyecto llamado restaurantes Tuk Tuk, un trozo del sudeste asiático sin tener que viajar allí. Tan novedoso que hasta venden su propia mayonesa picante, su sriracha o su salsa sweet chili.
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