De la mano del chef Juanjo Canals, criado en los fogones de Doña Paca, podemos visitar este restaurante situado en el barrio de Chamberí, en la calle Espronceda, cerca de la calle Ponzano, sinónimo de buena gastronomía en Madrid y llamado Con Amor, ingrediente con el que quieren ganarnos con su propuesta que transita entre lo tradicional y un toque asiático, como podemos ver en su carta.
Local decorado en estilo minimalista, sin manteles en las mesas pero con una cocina que nos interesó más en los platos de siempre que en las innovaciones. Una cena que comenzábamos con unas cervezas (Mahou de barril) acompañadas de unas aceitunas con un aliño ligero, cortesía de la casa. Para los entrantes y los principales, como elegimos más pescado y verdura que carne, preferimos un blanco. En este caso, un Viñas del Vero, clásica bodega de Somontano, en su monovarietal de uva gewürtztraminer, frutal y algo dulzón.
Comienzo con las gyozas de rabo de toro. Con el guiso cordobés soberbio, mejor que la empanadilla (aunque ni mucho menos mala) sobre una salsita de colifror y hoisín. Extrañas las berenjenas asadas con crema de albahato, sofrito de tomate y espuma de parmesano, ya que las hortalizas estaban increíbles, la espuma láctea pedía ser mojada pero junto no terminaba de combinar. Nos recordó a un cóctel que servían en la antigua Taberna de Elisa (antes de ser comprada por el grupo El Triciclo), uno de los primeros pubs irlandeses de la capital de España donde servían el Wolf, una mezcla de cerveza Guinness con Oporto, dos líquidos que por separado nos encantan pero que juntos no casaban. De esta historia pueden haber pasado veinticinco años. ¡Ay, la nostalgia! Decidimos dejar las berenjenas por un lado y la espuma de parmesano por otro y disfrutar.
Entre los segundos, grandísimo el steak tartar, que ellos bautizan como el mejor de Madrid. No nos atrevemos a tanto pero es muy bueno. Carne de calidad, punto pedido de picante y añadido de yema curada. Los pescados no se quedan atrás. Gran bacalao dourado. Un antiguo clásico de Doña Paca de rebozado perfecto y patatas crujientes. Y con un punto de asado imposible de decir nada malo su corvina es otra buena opción aunque nos dijo menos el acompañamiento templado de quinoa y queso feta.
Como el gewürtztraminer soporta postre y nos quedaba algo en la botella probamos su brownie de chocolate con helado y polvo de kikos. Un buen trozo, bueno y a medias entre el brownie y el coulant y la torrija con su espuma y helado. Estupenda y con el detalle de pasar el soplete para caramelizar la parte superior. Un feliz final para un restaurante donde domina lo antiguo sobre lo contemporáneo. Cocina honrada y un chef que domina las técnicas de siempre. Interesante este Con Amor.
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