Una vez más me llega de la mano de Jose Almero, capo de Sacramento Records, la última novedad que, uniendo fuerzas con Spinda Records, ponen a disposición de esas orejas inquietas que siempre necesitan más y no gustan de repetir lo mismo hasta la saciedad. Con amigos así, todo hay que decirlo, la vida es más feliz. En este caso se trata del tercer disco Holy Hex, el personalísimo proyecto de Fran Sánchez (ex-Blooming Latigo, Pouring Tongues) en el que explora el sonido y las emociones que es capaz de provocar por medio de él. Tras eso, llegamos nosotros y le endiñamos una ristra de etiquetas para creernos que con eso explicamos lo que estamos oyendo y así quedarnos a gusto con la sensación de haber comprehendido realmente lo que acontece ante nuestros oídos. No estoy muy seguro de hasta qué punto se puede describir la música con palabras de un modo fiel, ni siquiera estoy seguro de que una partitura pueda contenerla, con lo que utilizar palabras como drone, noise, doom ambient, encima todas ellas en inglés, me parece baladí y pretencioso. Consiguen poco más que señalar un camino por el que transitan las sonoridades contenidas en Visions, pero al tiempo pueden llevar a conclusiones erróneas.
El noble arte del zumbido, de la construcción de ambientes emocionales por medio del sonido, va más allá de algo que se pueda reducir al lenguaje verbal porque entra por nuestras orejas y va directo a la amígdala, a tocarte el cerebro reptiliano y a ponerlo en marcha sin que tengas que hacer más procesamiento de la información sonora entendiendo melodías, texturas armónicas, ritmo ni demás cuestiones que son tan preeminentes en otras manifestaciones musicales que algunos se creen que sin ellas la experiencia de disfrutar del sonido es imposible. Aquí se trata justo de lo contrario, recrearse en el sonido per se, dejarlo que se expanda y sentir su vibración sin más intención que ese deleite primario de estar en contacto con la fuente misma de la vida, con el movimiento más pequeño y más breve que origina todos los demás.
En este tercer disco Holy Hex plantea una nueva inmersión en estos preceptos y, siguiendo la intención de no repetirse que es consustancial a la experimentación, abandona las guitarras que hasta ahora habían sido su principal instrumento de liberación para tirar de sintetizadores y la propia voz. Solo en el tema final del trabajo, Odd God, se acompaña de un extranjero en su mundo, aunque también un reconocido viajero de estos psicodélicos paraísos sonoros, como es Miguel Palou (Doce Fuegos) y su violín. Un lujo que aquellos que conocen el sendero sabrán valorar.
El disco en cuestión está dedicado al padre del artista. A buen entendedor con pocas palabras bastan. Sus pistas están impregnadas de esa sensación acre y pegajosa que es la pérdida. Quien más y quien menos ha lidiado con ella alguna vez en su vida. Aquí se observa y reflexiona sobre ella, se deja madurar, se envuelve de cada uno de sus tentáculos para volar a ese momento donde el zumbido, esa vibración primigenia que te pone en contacto con lo más básico de la existencia, te aísla de todo lo exterior y te permite mirar dentro ti con serenidad. En un mundo donde lo sagrado casi no existe y lo poco que queda no se toma en serio, Holy Hex nos permite reconectar con esa necesidad tan fundamental del ser humano que nos ha llevado a crear todo tipo de mitos y dioses. Y no, no vas echar de menos las cuerdas de una guitarra, ni las texturas que elabora con los medios que esta vez ha elegido tienen nada que lo aleje de lo que tanto te gustó de sus anteriores obras. Es lo mismo hecho de otra manera, es muy nuevo o muy viejo, como quieras verlo. Las dos cosas a la vez.
Así pues, una vez más, Fran Sánchez a través de Holy Hex nos brinda una obra digna de ser sentida en profundidad mientras te dejas llevar a todas esas emociones que la vida no siempre permite disponer de tiempo para experimentar en toda su densidad. Un disco que no es para cualquiera, aunque, quizá precisamente por eso, debiera ser para todos. Una experiencia que ayuda a sanar heridas que no recordábamos tener aun sin cicatrizar. Un viaje psicodélico sin necesidad de recurrir a sustancias al que, si tuviese poner alguna pega, solo podría afear el hacerse algo corto, aunque nadie te impide volver a darle a play una vez que termina. De hecho, es probable que te lo pida el cuerpo.
El último aspecto a considerar es que en físico el trabajo ha sido editado en CD en un cuidado digipack, elegante en su simpleza, diseñado por Gonzalo Santana Hidalgo (a quien algunos conocerán por sus trabajos para bandas como PYLAR, Blooming Latigo o Misticia) estando el disco serigrafiado en una imitación de vinilo muy chula. De esos que te alegras de tener en casa y poder toquetear antes de ponerlos en la bandeja y hacer que suene.
0 comentarios