Tres años han pasado desde su trabajo homónimo, Kinki Boys, un power trío con un batería que canta y una bajista que reparte leña como un marine. Se me quedó clavada la espinita de no haber ido al Stereo de Logroño a verles presentar su anterior disco, pero si el cielo no se nos viene encima, como temía Astérix, bien seguro que de este sábado no pasa que vea a estos tres defender su talento en vivo. De momento, Ahora, cuatro bofetones a la vez glamourosos y punkis. Un, dos, tres, ¡Kinki Boys!
Mi santidad. Lo primero que hay que decir es la admirable coordinación de estos kinkis. Cuatro golpes a la caja y se entreteje un punteo lacerante de guitarras mientras el bajo sirve de base sonora, de transmisión entre la percusión y la distorsión. Es una mezcla, espíritu punk y elegancia glam a partes iguales, en un equilibrio frágil pero estable. En cuanto a la voz, también tiene esa mezcla, es más, creo que la voz de Vila es lo que me hace pensar en el glam-punk. Tiene algo de Silvain Silvain, con bastante de Joey Ramone y un timbre similar al joven Ariel Rot de Rock And Roll En La Plaza Del Pueblo. Vale, ya lo había dicho, pero es que suena así. El puente entre estrofas, el ¡Uh! ¡Uh!, tiene un toque de los primeros The Beatles, los de drive my car. Cierto que está camuflado, que hay setenta años de evolución sonora por delante, que estos tres beben más profusamente de otras fuentes que de los de Liverpool precisamente, pero está ahí, latente, como una especie de homenaje subrepticio. Tiene un final algo más hardrockero, sólo para ponerle un final poderoso, como un puñetazo encima de la mesa.
Ahora. Se han salido del espectro glam-punk con el que me he emperrado en etiquetarlos, y está aflorando algo bueno: Marga. Hay que joderse, qué talento tiene esta tía. Marga tiene las hechuras de Duff Mckagan, el de Guns&Roses, Velvet Revolver… pero reparte más grasa (por lo menos en estudio, a ver en directo), y es mucho más trascendental para su banda que el americano. Más allá de ser la base sonora sobre la que la guitarra pajarea y la batería se entrelaza en el tuétano de la banda, esta menda tiene buena voz y un talentazo escribiendo. A ver, que yo hago mis cosillas juntando letras, pero disfruto cuando unos versos, unas estrofas, me mueven las tripas. Y Marga hace que el paso de mi corazón cambie. Centrándonos en la canción, parece que va a sonar Sunday, bloody Sunday, de U2, para girar hacia Fortune Faded, de Red Hot Chilli Peppers. En este lapso, con Vila reventando el charles y con la guitarra en una especie de punteo lisérgico —la magia de la grabación hace que parezca que está grabando en una estación espacial—, eterno crescendo-decrescendo, la voz de Marga emerge potente. Me estaba acordando de Vanexxa, una rapera que durante unos años era la reina de Radio 3, y que sería una gran colaboración para esta banda si mi opinión valiera para algo. Estaba pensando en Las perras del infierno, reconvertidas en Las Furias. Kinki Boys han hecho una especie de punk a medio tempo que, con las guitarras, tienen un toque a peli de terror en blanco y negro, a El fantasma de la ópera. Una atmosfera oscura, pero no hostil.
Sedación mortal. Esto ha cogido un aire a rock radikal vasco. A estos les mola Parálisis Permanente, pero yo veo a Kortatu. En las baterías, casi marciales, en esa forma de tocar la guitarra, ese punteo en bucle, haciendo que el peso de las cuerdas graves recaiga en el bajo… parece que va a empezar a cantar Muguruza de un momento a otro. También sería una colaboración interesante para este trío. Total, por pedir… Hacen un giro un parpadeo antes de empezar la estrofa y me viene a la mente Rise up, de Drowning Pool. Si no la conoces, es porque no sabes qué es Smackdown. Búscala, verás cómo te mola. Tiene un aire la línea de bajo a los Ilegales, a la oscuridad que desprende la parte instrumental. En cuanto a la letra… pues una alegoría al consumo de sustancias, más a la adicción que al consumo en sí mismo. Tiene un sonido taciturno, un aura oscura, como el Toy Soldiers de Martika (relanzada por Eminem), y un poco de épica, como si estuviéramos entrando en el Hades desfilando al ritmo de la caja de Vila. La referencia al Sunday, bloody Sunday, de U2, que antes era apenas un guiño, ahora es una raíz sacando ramas a través de cada estrofa y cada puazo.
El tren de las almas perdidas. A ver, está feo decirlo, los cuatro temas de este EP son trallazos, pero ésta tiene algo. Lo primero, porque le están zurrando la badana a un cencerro, y eso siempre mola. Lo segundo, porque adquieren un aire industrial. No son Kraftwerk, pero sí que tienen cierto aura. Coge el Would?, de Alice in Chains, y mézclalo con Space Lab, de los hombres-máquina alemanes. Ahora les das un aire ramoniano y tienes a una Marga autómata, donde aún sonaría mejor Vanexxa. En cuanto a la letra… grandes referencias a La divina comedia, de Dante Alighieri. Analizado fríamente, es una obra de fundamentalismo católico y me toca las pelotas en muchos sentidos, pero, como obra de arte, rebosa teatralidad como una ópera, y de eso se vale Marga para crear, en vez de un paseo con Virgilio —El que cruce esta puerta, que pierda toda esperanza—, un infierno sobre ruedas, un tren que separa en cada vagón a los condenados. Es curioso como para los dioses viejos y los nuevos han hecho una amalgama con los muertos, vayas camino al Hades, al Valhalla o al infierno.
No te lo creerás, pero hay diez minutitos de vida donde se he disfrutado un año entero. Estos tres cabrones tienen talento, para darte una patada en el culo, o para componer algo chulo, algo profundo. No se me nota nada porque soy un actorazo, pero el culo se me está haciendo pepsicola para ir a verlos el sábado.
Para los que vamos derechitos al tren, enlaces de la banda:
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Bandcamp https://kinkiboys.bandcamp.com/
Instagram https://www.instagram.com/kinkiboys/
Spotify https://open.spotify.com/artist/2eUxqZbYE68w7FKxAS8QHH
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