The Blackloud es una banda aragonesa, que comenzó a dejar sus huellas en el año 2005. Antes, solo había silencio en sus vidas. ¿Qué es lo que hace que uno dé el salto al vacío?

Cohen, decía, tú también cantarías. También cantarías si te encontrases en un lugar como éste. Te daría igual ser o no tan bueno como Ray Charles o Edith Piaf, pero cantarías. No para ti, sino para hacerte un yo del viejo alimento descomponiéndose en el intestino astral… O como decía César Vallejo, en tu glándula endocrínica.

Así el sufrimiento cambiaría de bando. Y al escucharles, tú, hipócrita lector, mi semejante, mi hermano, empezarías a sufrir de ellos, de su sagacidad escueta, tácita. Y comenzarías a padecer del diáfano antropoide, allá, cerca, donde está la tiniebla tenebrosa y a dar la vuelta al sol agarrándote el alma. Porque son The Blackloud, y van muy en serio.

En un principio, cuando entonces, los Blackloud se preguntaban por la vida oscura. Y pedían, pedían ser como una puta borracha, como un muerto, con todo lo que ello conlleva. Ser un alma, un alma en pena. ¿Estos chicos están en su sano juicio pidiendo al rayo mortal que no les ha buscado, hasta ahora, semejantes cosas? Pues ya se sabe que el abismo tiene ojos, y no es lo mismo tropezarse y caer, que te empujen, o que te tires a él. Las consecuencias son muy distintas.

Pero ya no hay tiempo para elucubraciones que no llevan a ninguna parte. Han empezado a caminar y ya es tarde para arrepentirse. Por más que los Blackloud se hagan una cabeza debajo de los pelos para ir templando sus funciones mentales superiores, conviene que vayan aprendiendo a detectar los síntomas profundos de este mundo de carnívoros. Pues los cuatro cabrones de siempre les querrán retorcer las entrañas para llenarse las venas de dinero a la menor oportunidad.

The Blackloud nos presentan su primer trabajo de estudio… y una cosa está clara desde el principio en cuanto a su sonido. Saben que en arte, menos es más. Phenomenaly se encarga de demostrarlo desde el principio, con esa maravillosa batería que ha dado un vuelco total al sonido de los zaragozanos.

El álbum sigue con Rockets y el viaje se endurece. Irrumpe la guitarra con firmeza y aplomo. Estos chicos saben que suenan muy bien. Lo tienen clarísimo y disfrutan, haciendo disfrutar. Los Blackloud han dado el salto definitivo al sonido de verdad. Con esa preciosa guitarra que es el sello de identidad de una banda que intuyo, nos va a aportar muy buenos momentos musicales.

Con influencias a The Cure comienza la bella Banshee. Se te ponen los pelos de punta con esa guitarra alargada que suena desde la caverna, con ese agradable eco que inunda los sentidos haciendo que se inhiba la recaptación de tu dopamina, que se libera sin control por tu cerebro. Pero esto no termina, no hay altibajos. Hungry es otra melodía con las mismas influencias de más de 7 minutos, con la voz de Irene. Una voz que mantiene la calma en medio de la tormenta, una voz cálida y suave que no se deja amedrentar; con esa guitarra que también es protagonista que hacen corta la canción.

Pasamos a un sonido más duro con Funeral, y asoman los Tool. La voz de Irene se proyecta misteriosa rodeada de los instrumentos. En este caso, la batería se deja oír un poco más, así como el bajo, acompañado de unos precisos y adictivos punteos.

Black Clouds empieza a lo Depeche Mode con un sonido industrial seguido de esas guitarras que ya se nos están quedando en la memoria irremediablemente. Lo que hace que queramos más, más música. Llevamos poco más de la mitad del disco y The Blackloud se están metiendo sigilosamente en la parte musical de nuestra alma.

La batería toma todo el protagonismo junto a la guitarra en November, y la voz de Irene vuelve a rasgar el cielo imponiéndose de manera clara y suave. Y llegamos a Dirty, viendo claramente que el disco va a más con cada corte. Nuestros maños avanzan muy rápido en la destreza de su sonido y van con paso seguro.

Este magnífico trabajo termina con una balada, Death Ballad. Una melodía que saca a relucir la guitarra acústica acompañada de los punteos del magnífico guitarrista que es José, más la voz de Irene, que se luce en un final apoteósico.

Lo que más me gusta de The Blackloud es que su sonido no se queda en nuestras fronteras, las sobrepasa. Esa batería de Juan, con esas guitarras de Pedro y José, más la modulada voz de Irene, se salen del marco popular de nuestra región y también del país.

La poesía de The Blackloud es la señal de que hay vida. Y si sus vidas se están quemando bien, su poesía no es más que la ceniza. Estamos ante el renacimiento de una gran banda. Quedaos con este nombre, The Blackloud; porque vais a volver a ellos más de una vez, os lo aseguro.

 

The Blackloud – Fragments of Winter

by: Angel

by: Angel

Melómano desde antes de nacer, me divierto traduciendo canciones y poesía. Me gusta escribir. Soy un eterno aprendiz y bebo de casi todos estilos musicales, pero con el buen rock alternativo me derrito.

2 Comentarios

  1. José Antonio

    Hola estamos interesados en vuestro espectáculo ya nos diréis condiciones y precio seria para el 20/07 de este año un saludo

    Responder

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