Algo que parece irremediable en las sagas largas es que en algún capítulo el argumento sea delirante y un sin sentido. En el cine de terror hemos tenido unos cuantos casos pero al ver esta conclusión de “Halloween” no he podido pensar en dos de ellos: el primero es en la quinta película de “Viernes 13” donde el asesino tras la máscara era un imitador (aun así no era ni mucho menos la peor pues hay que recordar que a Jason se le envió hasta el espacio exterior) y la segunda la sexta parte de la que nos ocupa titulada “La maldición de Michael Myers” donde al psicópata de Haddonfield lo dominaba un extraño culto satánico.
Y ese es el mayor problema de este decepcionante desenlace. El guion suena (a pesar de que hay cuatro guionistas) a una “charlotada” que provoca estupefacción en el espectador. Además para colmo de males la cinta dura unas interminables casi dos horas, de las cuales la primera consisten en presentarnos a un pobre chico al que todo el mundo parece hacer “bullying”, tras un fatal accidente del pasado, y de la que a pesar de su caída a los infiernos, con serios problemas de salud mental, la nieta de Laurie, se medio enamora en una historia romántica que no hay quien pueda defender. Y tras esos eternos primeros sesenta minutos llega el clímax cuando el sujeto cae en las redes de Michael Myers quien ve en el desequilibrado chico alguien a quien poder pasar sus maléficos instintos. A partir de ahí la cinta sí ofrece lo que el público demanda con unos cuantos asesinatos donde no se escatima el gore, a pesar de unas cuantas malas resoluciones como la venganza sobre el grupo de acosadores que desembocan en un final que lejos de ser épico nos deja con una cierta sensación de traición al relato.
Un final horrible para esta trilogía de Blumhouse que, sin embargo, no había arrancado del todo mal en sus dos primeras entregas. Parecía haber conseguido elevar el tono de la serie, con las dos de Rob Zombie y las de David Gordon Green, quien con esta tercera se convierte en el director que más ha firmado en los trece largometrajes, superando en una al propio Rob Zombie y Rick Rosenthal. David Gordon Green nos entrega la más plana en puesta en escena, no arriesgando con ninguna secuencia o plano, evitando aciertos como el excelente plano- secuencia de “La noche de Halloween”, en su versión de 2018. Lo que antes eran ideas novedosas y con talento se convierten aquí en meras imágenes con poco interés, contagiado ante el desaguisado del “libreto”. Se puede decir que lo mejor son momentos que nos retrotraen a la primera parte, como el movimiento de cabeza de Michael Myers tras ensartar a una joven en la pared o la banda sonora de John y Cody Carpenter junto a Daniel Davies, en la línea de los célebres temas compuestos en 1978 o la presencia en los créditos finales del “Don´t fear the reaper” de Blue Oyster Cult.
En el reparto protagonismo para Jamie Lee Curtis y Andi Matichak, junto a un histriónico Rohan Campbell y desaprovechado como secundario aparece Will Patton como sheriff retirado. Nadie evita ese desasosiego de ver cómo han errado con un final lamentable, tras dos decentes precedentes. Es cierto, que en todas las entregas anteriores han saltado bastante sobre la verosimilitud ya que en muchos casos unas contradicen a otras pero confiemos que este no sea el último capítulo porque daría lástima que el círculo se cerrase con la historia más absurda de toda la saga. Y ¡ojo! (como escribimos un poco más arriba) que son trece filmes (no todos ellos salvables).
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