Al fin tenemos en nuestras manos el nuevo disco de la banda de metal progresivo Seventh Wonder, su séptimo disco, sexto de estudio que editan los suecos. Manteniendo ese buen resultado que les dio el acercarse a capítulos propios del power metal desde su columna vertebrada en el prog metal, pero sin que el power tenga un protagonismo tan amplio como en “Tiara” pero tampoco centrándose tanto en los mandamientos del prog como en discos anteriores del y además con el enorme acierto de no extender en demasía la duración de las canciones y por ende del álbum. El derroche de facultades técnicas con las que Seventh Wonder se explaya no va a sorprender a nadie que ya les siguiese los pasos y es que no se cortan en demostrar un virtuosismo más que evidente. Otro punto a favor es la labor vocal de Tommy Karevik, con mayor libertad de acción que en Kamelot, rozando un nivel altísimo.
Abre el disco “Warriors” con feroz riff y unos teclados que adquieren protagonismo mientras que las lineas vocales basculan entre el hard rock y el power metal, haciéndose el primero mas latente en el estribillo. «The light» nos trae a los Seventh Wonder más prog, con gran incidencia del bajo y una bajada de revoluciones donde se luce la voz de manera magistral mientras los músicos van construyendo un magnífico pasaje. «I Carry the blame» comienza como un medio tiempo comandado por los teclados pero pronto ese riff imprime la fuerza necesaria. Una canción que se mueve en los cánones del hard rock melódico progresivo dando mucho protagonismo a la voz y apoyándose en los teclados.
«Reflections» es una maravilla instrumental que te deja con la boca abierta de principio a fin gracias a esas guitarras excelsas que marcan a fuego un variado ramillete de armonías. «The red river» hace viajar mi mente hacia su anterior disco debido a esa querencia sobre el power metal que se nota en la batería y sobre todo en su estribillo. «Invincible» vuelve a nivelar la balanza entre el hard rock y el metal progresivo con una excelente melodía vocal de Karevik que se maneja de manera diestra en los terrenos melódicos mientras la banda sigue manteniendo precisa su impronta. «Mindkiller» gira hacia la cara más progresiva de Seventh Wonder con una guitarra que comanda la canción incluso cuando cede parte del protagonismo a los teclados.
«Under a clear blue sky» es la canción más extensa del disco, caminando hacia lo ocho minutos pico y sirve de lucimiento para la banda y muestra clara de todos los espectros donde tan bien son capaces de manejarse, avanzando de uno a otro con una facilidad tan pasmosa como natural. El disco lo cierra «Elegy» donde la voz de Karevik junto a partes orquestadas nos hacen navegar por mares de emoción inmensa, majestuosa. Seventh Wonder han facturado un grandísimo disco, personalmente agradezco que no abunden los detalles propios del power metal en esta ocasión a favor de otros factores.
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