The Tedeschi Trucks Band está llevando a cabo su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Su serie “I Am the Moon” promete cuatro álbumes individuales, cada uno en el rango de 35 a 40 minutos, lanzados aproximadamente a intervalos mensuales, y precedido por el estreno de una película.
Nada más escribirlo, me genera dudas,¡y algo de confusión! ¿Por qué tanto? Por lo visto el artífice de semejante obra faraónica musical se la debemos al vocalista Mike Mattison, al que en mayo de 2020, dos meses después de que la banda cancelara sus giras debido a la pandemia, se le ocurrió lo de “I Am the Moon”. Copio y pego esta explicación sobre el tema de las películas que acompañaran los discos.
En cuanto a las películas, “I Am the Moon: The Film” estuvo fuertemente influenciado por Pasaquan, un proyecto artístico fundado en Buena Vista, Georgia por el artista popular Eddie Owens Martin (ahora conocido como St. EOM). Durante tres décadas de trabajo, Pasaquan presenta «seis estructuras principales, murales de mandala y más de 900 pies de paredes de mampostería elaboradamente pintadas». Trucks fue presentado a Pasaquan por su difunto mentor, el coronel Bruce Hampton”.
Todo esto se debe también a que el proyecto ofrece una interpretación musical épica de «Layla & Majnun», un poema del siglo XII de Nizami Ganjavi que también fue material de partida para «Layla» de Derek and the Dominos. Y Derek es muy amante de lo relacionado con la música india y pakistaní , además de sus religiones, por lo que no es extraño que se lance con este desafío.
Este disco es con sus 36 minutos, el segundo más largo de las cuatro partes de las que constará “I Am the Moon”, cada una diseñada como un álbum autónomo, sin que se tenga la necesidad de adquirir los cuatro discos.
La verdad, es que empieza de una manera deliciosa con «Here My Dear» que es además un guiño a la canción de Marvin Gaye y al álbum del mismo nombre, de uno de los más grandes cantantes de soul de todos los tiempos. Un Derek Trucks en un mano a mano con el teclista Gabe Dixon junto a unos metales suaves más la voz de Susan, van marcando un crescendo en la canción que enseguida te atrapa.
El disco va transcurriendo en una serie de canciones diversas todas del nivel que uno espera de una formación como la TTB, y que culmina con el cierre de un instrumental épico de 12 minutos. Derek está soberbio, como siempre, fusionando desde free jazz a blues con esa facilidad que parece tener para simplemente tocar el cielo con su guitarra. Un disco corto pero lleno de matices, con unos sonidos y texturas sorprendentes que con escuchas sucesivas van surgiendo entre las líneas.
Ahora, el planteamiento de tantos volúmenes no sé si será del agrado del seguidor. Ya que, si este de 36 minutos es uno de los volúmenes de más duración, se me hace que, con un disco triple, o doble, hubiéramos estado mucho más felices en relación a nuestra cartera.
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