Quizás “Ojos de fuego” no sea de lo mejor firmado por Stephen King. Historia de niña con poderes telequinéticos con serios problemas de adaptación, lo cual la emparenta con “Carrie”. Lo que sucede es que la comparación no resiste ni en su valor como novela ni en sus primeras adaptaciones al cine pues mientras que la de Brian De Palma es una obra maestra del terror, la rodada por Mark L. Lester (tras su descubrimiento con “Curso de 1984” y antes de su gran éxito “Comando”) era sólo una simpática cinta, bien interpretada por una Drew Barrymore de nueve años y gente como George C. Scott.
Ahora casi cuarenta años después nos ofrecen este “remake” para las nuevas generaciones pero con ciertos paralelismos con el largometraje de 1984. El primero es su póster promocional, idéntico cambiando a una actriz por otra. Es cierto que alivian la historia y las casi dos horas de la original pasa a poco más de hora y media en esta por lo que el guion de Scott Teems deja algunos cabos por cerrar, centrándose en el drama y las secuencias de acción pero intentando no profundizar en exceso en la compleja mentalidad de los personajes, emparentándolos casi con superhéroes con problemas (como sucedía en la superior «Thelma» de Joachim Trier). Aun así la película no aburre y se ve con agrado, con un bajo presupuesto bien llevado donde los efectos especiales funcionan como sucede con casi todas las producciones de Jason Blum (en esta ocasión uniendo fuerzas con la Universal).
La dirección se la han otorgado a Keith Thomas, otro talento surgido de la factoría Blumhouse, que sorprendió con su estupenda “opera prima” «The vigil». El estadounidense mantiene el ritmo narrativo de “Ojos de fuego”, a pesar de sus limitaciones, consiguiendo mantener cierto suspense y logrando acertadas interpretaciones tanto de Zac Efron como de Ryan Kiera Amstrong. Ellos son la razón de ser pues el resto de secundarios están simplemente esbozadas sus personalidades y apenas se profundiza, lo cual hace que se resienta el resultado final.
Keith Thomas ha querido dotar a su adaptación de una ambientación ochentera, cosa que s epuede observar tanto en la dirección artística como en la fotografía de Karim Hussain pero, sobre todo, en la banda sonora en la que se recupera al grandísimo John Carpenter (recordemos que sobre material de Stephen King dirigió títulos tan representativos como “La niebla” o “Christine”). Su “score” de sintetizador es reconocible desde la primeras notas y aunque no llegue a las cotas de popularidad como las logradas con “La noche de Halloween” o “1997: Rescate en Nueva York” la música funciona. Y más con el añadido que es el primer largometraje (fuera de la franquicia de Michael Myers) que compone sin dirigir él. En esta labor como en las últimas versiones de «La noche de Halloween» le acompañan su hijo Cody Carpenter y Daniel A. Davies.
Sólo por eso esta nueva “Ojos de fuego” tiene nuestra simpatía y el respeto a lo conseguido por Jason Blum. Además, a pesar de su irregularidad y defectos (no pocos), estamos ante un entretenimiento ligero pero bien construido, con unas interpretaciones solventes y algunos momentos de tensión donde se demuestra la talentosa mano de Keith Thomas, lejos de su excelente debut pero tampoco cayendo en el desastre. Un producto medio de fácil consumo, con toque de nostalgia, ecos del pasado y una banda sonora compuesta por uno de los más grandes autores de terror (y eso que en la original la firmaban otros maestros del sintetizador como Tangerine Dream).
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