Me gustan los discos que desde la portada ya vas deduciendo lo que en su interior pueden ocultar, algo similar a cuando se dice de los humanos, eso de que los ojos son el espejo del alma. Las portadas tienen que ser el reflejo de lo que contiene el disco, una continuidad, un conjunto de lo que el artista quiere reflejar con sus composiciones. Más de un disco ha vendido primero por su portada que por su contenido y a la inversa también. Las cosas entran por los ojos, ¿cuántos de nosotros hemos comprado discos solo por la portada?
Aquí tenemos una portada sombría de colores marrones, casi post apocalíptica, muy propia de los tiempos que corren actualmente. Una portada triste y árida, que también puede reflejar la depresión , la soledad, la aridez de la tierra y la vida. Una vez que escuchamos los temas de Jay Martin percibimos como para generaciones más jóvenes la venida de los Jayhawks a nuestras tierras supuso una puerta abierta a un estilo musical muy lejano a nosotros y que otros consideraban música de paletos americanos. Aún recuerdo aquella gira de The Jayhawks patrocinada por Mondo Sonoro, revista que los trajo por aquí. Muchos (los mas jóvenes) empezaron a indagar en las influencias de aquellos Jayhawks y descubrieron a Gene Clark , Johnny Cash, etc…Y todo esto se escucha en estas diez canciones que componen este “Que la tierra nos sea leve”.
Este trabajo es el primer disco de Jay Martin en solitario, sin el apoyo de la banda Milana, que ha sido grabado en los estudios Guitar Town.
En definitiva, un disco evocador, americano en el sentido de la sensibilidad sureña, donde Jay sabe jugar con los matices, mezclar y dosificar lo eléctrico y acústico, vientos y cuerdas y donde no falta de nada, desde acordeones, un pedal steel, pasando por mandolinas y trompetas, recordando aquella riqueza musical que poseía The Band. Jay utiliza todo esto para confeccionar un conjunto de temas perfectos para escuchar delante de una chimenea o para un viaje en coche en una carretera solitaria, sin prisas, tomándonos el tiempo para oler los aromas campestres que se entremeten por la ventana.
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