Tras el ambicioso proyecto que fue poner banda sonora al clásico del expresionismo alemán “El gabinete del Doctor Caligari” Toundra vuelve a realizar un larga duración, cosa que no hacían desde el “Vortex”, en el ya lejano 2018. En este nuevo “Hex”, el cuarteto madrileño vuelve a demostrar su enorme calidad, lo que no en vano les ha granjeado una merecida fama como uno de los estandartes del llamado post rock, progresivo o post metal, un movimiento que normalmente suele ser de corte instrumental (como es el caso).
“Hex” contiene dos partes claramente diferenciadas, una primera que engloba toda la primera parte y una segunda que sería la cara B del disco. Y en esta entrada se atreven con un pieza de más de veinte minutos titulada “El odio” y dividida en tres partes. Un eje vertebrador sobre los males del capitalismo nos van trasladando por pasajes sonoros impresionantes, donde a pesar de no existir la voz se entiende perfectamente lo que nos están narrando, merced a radicales cambios de ritmo, las desenfrenadas guitarras de Esteban Girón y David López “Macón” se mantienen en todo momento en un altísimo nivel, ofreciendo una contundente narración con constantes subidas y bajadas, apoyadas en la sólida base rítmica de Alberto Tocados y Álex Pérez al bajo y la batería. Su ejecución, hablando de progresivo, nos recuerdan otros ejercicios conceptuales (como destripamos en su momento a los Yes con el «Close to the edge»).
Sin duda las tres partes de “El odio” es lo más destacable de un álbum que por otro lado nos ofrece una buena muestra del talento que atesora Toundra. Tras el brillante comienzo nos deleitan con una colección de canciones que se acercan más a los terrenos más metaleros como es el caso “Ruinas”, cinco minutos de ritmos sincopados que, curiosamente, no nos resultan tan agresivos como “El odio”, siguiendo con los casi seis de “La larga marcha”, conteniendo algunos momentos de disfrute máximo con otros que parecen menos trascendentales aunque lo mejor de esta segunda parte se encuentra en la parte final de “Watt” donde la melodía en un medio tiempo bellísimo traslada a nuestra mente a paisajes elevados y etéreas atmósferas que se funden sin solución con “Fin”, un último corte donde juegan con la experimentación y que sirve de perfecto colofón a un disco que sin duda se encontrará entre lo mejor del 2022.
Bandas del calibre de Toundra nos necesarias en el panorama musical patrio. Gente que aúnan calidad, buen gusto y que encima tenemos la fortuna de poder verlos con cierta asiduidad pues su propuesta sin ser demasiado comercial (por motivos obvios) puede aglutinar diferente tipo de público y así no es extraño que aparezcan en el cartel de diferentes tipos de festivales y que en sus conciertos asistan melómanos heterogéneos, al que les une el amor a las composiciones honestas, bien escritas y ejecutadas.
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