Amy Speace realiza uno de los discos más impresionantes de la última década. Un disco de Vida y Muerte. Una alegoría de dos caballos,uno blanco, la vida, y el negro, la muerte. Principio y Fin. En el año 2018, Amy Speace dio a luz a su hijo, Huckleberry, justo después de cumplir 50 años, y ese mismo año se despidió de su padre. Dos sucesos que cambian su vida y sobre ello se canta y cuenta en THERE USED TO BE HORSES HERE.
Speace nunca tuvo el beneplácito de ser artista por parte de su padre quien deseaba que su hija estuviera al frente de los negocios familiares más que verla convertida en un ser errabundo. Años de distancia sin conocerse ni hablarse pero que la muerte y el nacimiento llegan a unir ya que el alma al final puede con lo humano. There Used To Be Horses Here es una manifestación de las alegrías de la vida, la responsabilidad de la maternidad y la inevitable muerte, es decir un relato de la vida desde su inicio hasta su final.
Para hacer este lp disco, trabajó con The Orphan Brigade, un trío formado por los cantautores Ben Glover y Joshua Britt y el cantautor y productor Neilson Hubbard, ( con un formidable lp lanzado a escasas datas ) y juntos coescribieron todas las canciones con la excepción de una versión de Don’t Let Us Get Sick de Warren Zevon.
Junto a los Orphan todo un plantel de lujo con, Dean Marold (bajo), Garrison Star (voz), Johnny Duke (guitarra eléctrica), David Davidson (violín), David Angell (violín), Kirstin Wilkinson (viola), Paul Nelson (violonchelo), Danny Mitchell (piano) y Will Kimbrough (guitarra eléctrica).
El álbum comienza con el conmovedor adiós a su padre de Down The Trail. Son palabras de reconciliación y sobre todo de consuelo a quien se le apaga la luz de la vida recordando que al final del último suspiro estarán con la mano tendida su hermano gemelo y su madre, que habían fallecido mucho tiempo atrás. Y todo con dos deliciosas guitarras acústicas y una mandolina que se corresponden con el camino al más allá. La canción que da título al álbum es una joya imponente como la voz de Amy Speace, y en ella recuerda la autora a su padre a través de la radiografía de esa granja familiar en Maryland. Una canción con unos arreglos de cuerdas absolutamente mágicos que impregnan de un halo de nostalgia al adiós.
Hallelujah Train es la canción del funeral con una acertada mezcla entre lo terrenal que representa la slide y lo espiritual de los coros gospelianos.
Fathers Day con sus cuerdas melancólicas es otra muestra del álbum familiar, más recuerdos de los tiempos de niñez y amor paternal que poco a poco se difumino en el tiempo por circunstancias de la vida y que ahora en los últimos momentos recupera la autora en la necesidad de evitar que estos se evaporen de la memoria para siempre. Una delicia de canción. Grief is a Lonely Land es un vals desgarrador donde Amy nos cuenta los últimos momentos de estar juntos padre e hija «Eras mi padre, sigo siendo tu hija » y la plegaría por ese último abrazo necesario para cercenar cualquier herida de la convivencia.
One Year es la parte emotiva y amable del disco. Una madre cantándole a su pequeño recién como cura por la pérdida sufrida. Sin duda quien no derrame una lágrima con esta preciosa nana es que es que tiene corazón de cemento. Give Me love con la impresionante voz pristina de Amy supone otro aire de frescura y alegría nacida del natalicio si bien a continuación como suele suceder llega la tormenta y las dificultades. Aquí, de la mano de la guitarra de Will Kimbrough, excelso en esa canción sureña sobre la dureza del campo que es River Rise. La siguiente canción que me tiene atrapada el alma es Shotgun Hearts con similar parecido en estilo a Natalie Merchant y sus 10.000 Maniacs. Canción de liberación dónde Amy rememora su libertad ganada al salir del hogar paterno para librarse de las ataduras familiares en pos de un sueño. Impresionante esa slide y esa acústica que cual traqueteo del pasar los Kilómetros van dibujando la sensación de escapada.
Mother is a Country, la penúltima pista del álbum, es otra alhaja. Canta sobre la maternidad, sobre el nacimiento de su retoño en forma de nana con aire barroco merced una vez más a un exquisito arreglo de cuerdas. El final se reserva para la versión de Warren Zevon y es que la fórmula de vals en la construcción de las canciones que Warren utiliza bastante no está demasiado alejada de los que Amy propone en este trabajo. Un tema de esperanza y toma de fuerza ante tiempos futuros.
THERE USED TO BE HORSES HERE fue grabado en Nashville en solo cuatro días, aunque escuchándolo no lo parezca, pero nada mejor que la espontaneidad de la necesidad de alumbrar esta gran obra. Un disco marcado por el dolor y al mismo tiempo por la alegría. Un fabuloso disco de despedida y de recuerdos pero también de bienvenidas y esperanzas. En definitiva, un disco marcado por el caballo blanco y el caballo negro que galopan por el tiempo. Un trabajo que podría hacerte llorar y al mismo tiempo sonreír. Sinceramente uno de los discos más conmovedores y bellos que he escuchado.
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