La carrera de Taylor Sheridan viene marcada por su faceta de guionista, con los maravillosos libretos de las soberbias “Sicario” de Denis Villenauve y “Comanchería” de David Mac Kenzie, al que hay que sumar su notable contribución como escritor en la continuación de “Sicario”, titulada “El día del soldado”. Grandes trabajos que como realizador se une la interesante “Wind river”.
Sin llegar a los extremos de perfección de sus guiones para las cintas antes descritas, “Aquellos que desean mi muerte” es otra muestra del talento que atesora Sheridan con los diálogos, generando secuencias bien resueltas y atando los numerosos cabos que va ofreciendo una narración con un ritmo endiablado y donde los múltiples personajes se van uniendo sin que el espectador se de cuenta, cimentado en una puesta en escena aparatosa, unas interpretaciones convincentes y una trama más basada en el argumento y en crear atmósfera que en los efectos especiales, sin duda lo más flojo del filme pues en más de un momento el fuego no parece real y sí una creación de ordenador. La verdad es lo de menos pues Sheridan apuesta por otros derroteros, construyendo un thriller de corte clásico, en la línea de los grandes títulos de catástrofes de los setenta junto a una historia de persecución, asesinos despiadados y víctimas propia del cine de acción de los setenta y ochenta. Sabor añejo bajo el prisma actual en una narración alambicada, difícil de resumir, con multitud de personajes y de conflictos. Gente que parece no tener nada que ver y que se entrelazan como en un “western” psicológico, como marcó por primera vez el “Sólo ante el peligro” de Fred Zinnemann.
Y no es tarea sencilla llevar a buen puerto una empresa tan complicada, con tantas situaciones distintas y multitud de actores, con motivaciones propias, pero Sheridan sabe construir su edificio con sólidos cimientos, explicando con imágenes la compleja trama y ofreciendo un espectáculo en el que es complicado aburrirse, ayudado por un metraje adecuado pues resuelve todas las expectativas generadas en cien minutos que pasan en un suspiro. No destaca nadie en el capítulo técnico pero todos cumplen, salvo los CGI de los que hablamos unos párrafos más arriba.
En el capítulo interpretativo tenemos los dos grupos bien definidos. Por un lado los buenos encabezados por una Angelina Jolie correcta, ayudando al niño Finn Little que resulta creíble y el matrimonio interracial (como es obligatorio en la actualidad en Hollywood) del televisivo Jon Bernthal y Medina Senghore. Personajes con los que es fácil empatizar y que sirven de perfecto contrapunto a los malvados encarnados por Aidan Gillen, tan perfecto y ambiguo como su “Meñique” en “Juego de tronos” y el célebre por los X-Men Nicholas Hoult, que no está mal pero queda eclipsado por la maravillosa interpretación de Gillen.
El cóctel de cine de catástrofes, acción, policíaco y western acaba funcionando y demuestra las alegrías que nos puede dar en el futuro Taylor Sheridan como director pues si es capaz de perfeccionar su técnica puede llegar a altísimas cotas pues talento para la escritura cinematográfica tiene de sobra. “Aquellos que desean mi muerte” no es una película sobresaliente por lo antes referido y alguna laguna visual pero es una notable muestra que como aunar calidad y cine comercial en un producto tan entretenido y disfrutable como taquillero, sin necesidad de recurrir a versiones de otros títulos o material de cómic. Algo original de regusto clásico perfecto para disfrutar de una tarde o noche cinéfila.
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