El dramaturgo francés Florian Zeller dirige la adaptación a la pantalla de su propia obra de teatro. Algo que siempre es de agradecer, así no se edulcoran las ideas originales ni se rebaja la carga dramática en busca de una mayor recaudación en la taquilla. Si quien ha escrito la obra de teatro se hace cargo de la adaptación, la cosa suele ser bastante fiel al original. Eso sí, puede que The father evidencie demasiado su origen teatral (algo casi inevitable) pero ello no es ningún impedimento para lograr su objetivo. ¿Y cual era el objetivo de Florian Zeller con The father? ni más ni menos que hacer sentir al espectador la desorientación que sienten los enfermos de alzheimer y la frustración que la maldita enfermedad provoca en los familiares de los enfermos. The father es un excelente film que plasma de manera muy simple pero efectiva la confusión mental de los enfermos de alzheimer. El paulatino deterioro mental es mostrado como un laberinto cada vez más complejo. Con un planteamiento muy sencillo pero ingenioso y muy pocos actores, Zeller se basa en su inteligente guión para narrar esta dura historia. No voy a desvelar nada, pero me parece que es una de las mejores cintas sobre el tema de la vejez y la pérdida de facultades de las personas mayores. Sin voces en off ni montajes paralelos ni trucos baratos, The father consigue introducirnos en el doloroso día a día de los enfermos y sus familias. No es The father un film fácil ni alegre (yo acabé con los ojos arrasados) pero sí es un film necesario. Un film que podría haber sido un thriller o un film de terror pero acaba funcionando en el plano emocional.
A una buena historia debemos sumarle unos interpretes en estado de gracia. Ahí está esas joyas de la corona llamadas Anthony Hopkins y Olivia Colman. Dos grandes actores en plenas facultades. Hopkins está simplemente perfecto en un papel hecho a su medida a estas altura de su carrera. Tras haber interpretado durante buena parte de su carrera esos intrigantes personajes inteligentes y/o psicópatas tipo Hannibal Lecter y llevar un cuarto de siglo en piloto automático, aquí Hopkins cambia de registro y nos ofrece una de sus mejores interpretaciones. Cierto que Zeller escribió el personaje pensando en Hopkins, tanto que hasta le llamó Anthony. Por su parte Olivia Colman, quizás la mejor actriz inglesa de su generación, da la réplica perfecta como la hija que se debate entre la obligación para con su padre y el impulso de vivir su propia vida. Ambos están sobresalientes y son los pilares sobre los que se sustenta esta buena película. Todo el apartado técnico es perfecto, nada desentona en esta aparentemente sencilla película. Debo destacar el uso de la música de Ludovico Einaudi (que se sigue repitiendo pero continua resultando eficiente) así como del aria Je crois entendre encore, de la ópera de Bizet Los pescadores de perlas.
Hay algunas otras excelentes películas sobre el alzheimer como Amor (de Michael Haneke), Still Alice o Arrugas (basado en el cómic de Paco Roca) aunque sigo pensando que es un problema terrible que se está tratando muy poco en el cine actual. Ya sabes, es mejor olvidarse de las personas mayores y hacer gilipolleces para adolescentes (que son los que se dejan la pasta en merchandising) o estúpidos remakes sobre monstruos gigantes. Da igual, The father hay que verla.
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