Creo que es la primera vez que me pasa. Una cosa es que te identifiques con un músico o con su obra, que haya una conexión directamente contigo, pero lo mío con Star Mafia Boy… una de sus canciones y una de mis novelas parecen hablar del mismo personaje. Me explico. Hace ya unos años escribí Buscando oro (la tienes en la librería de tu barrio), donde contaba las aventuras de Frankie boy, un músico que vive en una furgo y lucha para sobrevivir de tocar la guitarra. Tengo por cierto la segunda parte enfriándose en el alfeizar de la ventana. Yo no conocía a Star Mafia Boy y, de no ser por mi amiguete Pedro Barroso no hubiera descubierto a alguien con el que tengo tantísima conexión creativa. Vale que está muy feo hacer promoción de mis propios libros, pero, cuando te ha costado tanto parir una historia y viene un menda al que no conoces de nada y lo oyes hablar de algo tan parecido… te suena casi a la voz del universo. Llámalo Dios, llámalo energía… un, dos, tres, ¡Killercool!

 

 

Laberinto de pasión. Suenan sirenas como en la entrada de Scott “Big Poppa Pump” Steiner, y entra una guitarra entre The White Stripes, y Evolution, de Pearl Jam. Un momento después, la batería y el bajo hacen que el suelo vibre. En un parpadeo, estamos lanzados a por la primera estrofa. Es la esencia del rock, punteos a lo Angus Young, batería derrochando energía y un bajo como la hélice de una batidora al grito un laberinto de pasio / sexo, muerte y destrucción.

Killercool. Ésta es la que encaja con Frankie boy, el personaje de mi novela. Empieza la cosa ramoniana, tengo en mente Rock&roll Highschool, pero también el Amor Paranormal, de Kinki boys, con Marga a la voz. Si esa primera guitarra te trae a la mente el God sabe the queen, de Sex Pistols, tú, a mi equipo. Él nació para perder / vivió para ganar / sin miedo a fracasar / Tú no puedes comprender / que no tiene final / que siempre volverá. En serio, si no supiera que es imposible, diría que este tío me ha leído la mente (o se ha leído las dos novelas), y me ha hecho un homenaje en el estribillo (mientras tecleo esto tengo el ego como Loquillo después de meter un triple). Más allá de mis cosillas, la canción es un pasote. Es rock con aire glam, pero con espíritu punk, lleno de energía, a toda hostia, con un Yeah que nos saca toda la rabia.

 

 

Pasar a la acción. Cambio de tercio, esto se ha puesto en plan peli de la Hammer. En cualquier momento se va a despertar Max Shreck, y entonces sí que la habremos cagado. Tirando de timbales y guitarra slide. Es como si Curtis Stigers & The Forest Rangers en John The Revelator se hubieran cruzado con los Misfits. El estribillo sí que sirve como vuelta a los orígenes, a ese rollo rockero con un toque glam, para pasar a homenajear a Black Sabbath en la canción Black Sabbath. Acelerón a base de redoble de caja, se pone en ese punto como Misfits, entre el punk y el metal. Es como un relámpago, me está saliendo humillo de las orejas.

No hay principio sin fin. Tengo en mente el Black Math, de The White Stripes, pero con un tempo un poco más relajado, lo que nos lleva hasta los Burning, ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como éste? No pierde un ápice de esencia ramoniana, ni de ese aura glam, a lo Twisted Sister. Es como un derroche de energía, pero sin sudar y sin despeinarse. Vehemente y estiloso a un tiempo.

 

 

Renacerás. Ha creado una atmósfera oscura a lo Alice in Chains, pero se parece más a Misfits (vale que los menciono mucho, pero es que son icónicos) en Fiend Club. Mucho timbal, punteos lejanos, como si la guitarra sonase en la habitación de al lado, algo de eco en las voces, una especie de autocoro. Las guitarras entran con un poco grunge, por no decir Nirvanesco. La canción tiene el momento timbales, y es como si en el estribillo volviesen a poner los pies en el suelo, tirando un ritmo más intenso.

Miénteme otra vez. ¡Ésta sí que es ramoniana! Sheena is a punk rocker en estado puro. Tiene tal tirón que recuerda a Puedes ser idiota, de la Polla Récords. Esto no se baila, se deja uno las cervicales cabeceando como si el mundo llegara a su fin. El estribillo es bueno, el punteo es flipante, pero eso de aunque este herido lucharé hasta la muerte… en fin, no sé si puedo decir algo más. Es un trallazo.

 

 

Si me faltaras tú. Otra de Joey y compañía. Las estrofas tienen un aire cojonudo a The KKK took my baby away, seguramente es la batería con la forma de entonar las voces, hay una especie de encaje milimétrico, ese factor desconocido que hacía que cualquier cosa de Deedee Ramone se convirtiera en un pepinazo. El estribillo se va casi al Doo Wop, pero con el espíritu de Mescalina, de Los Rebeldes. Son tus besos mi pasión / Me rompe el corazón / si te vas, Lady Cocaina. Cada uno le jura amor eterno a lo que quiere. Yo le juré amor eterno al Logroñés, a Jason Newsted y a un puñado de actrices porno. Pues tan ricamente.

Tengo una cita con el destino. Cualquier canción donde las estrofas se hacen sólo con bajo, batería y voz, me mola. Es el espíritu de Radar Love, de Golden Earring. Empieza cantando a través de un megáfono, desde la calle (es mentira, pero lo que molaría), y derivan a un rollo Thin Lizzy en The boys are back in town. Lo cierto es que, lejos de comparaciones, este tipo tiene ese mismo carisma que tenía Phil Lynott.

 

 

Berlín. Llegamos a la instrumental. Buenos punteos, una guitarra rítmica entrelazada con el bajo en una especie de látigo sonoro, y una batería funcional que se vuelve un redoble de caja para dar un frenazo y volver a empezar. Es como una canción de Joe Satriani, que puede salir por cualquier parte. No es lucimiento personal, o un punteo con acompañamiento, es una banda entera sacando chispas de sus instrumentos.

Crash Course. Espíritu punk, de esos que te hacen verte a ti mismo como a Sid Vicious, tocando un bajo con el ampli apagado, pero dando una clase magistral de pose. Vuelvo a pensar en el estribillo de Evolution, de Pearl Jam, pero en las estrofas tiene mucha más energía, más timbal, un bajo que pela las cuerdas a base de contrapúa. Crash Course, y rock&roll. Es una gran frase para despedir un disco, y hasta para un epitafio, qué cojones.

 

 

Star Mafia boy, a mi equipo. Con cuatro cosas, sin tirar de doble bombo destructor, ni efectos en las voces, ni trucar los punteos de guitarra, crea algo bueno. El hecho de hacer algo complejo no quiere decir que sea bueno. Blitzkierg Bop! me la sé hasta yo de lo fácil que es, y es de las mejores canciones de todos los tiempos. Además, cuando he notado esa conexión, es como cuando te mencionan para bien en una conversación de la que no participabas. Discazo altamente recomendable. Media hora de descarga intensa.

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Star Mafia Boy – Killerkool

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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