A principios de los años 90, la masificación del hard rock debido a su éxito e integración dentro de los medios mayoritarios de E.E.U.U., que a fin de cuentas copaba el mercado, era enorme. Cada discográfica quería tener su banda millonaria en discos, y no sólo una en nómina. Todas las bandas anhelaban esa power ballad que las F.M. radiaran sin parar y la MTV emitiese una y otra vez el videoclip de rigor. La misma vieja historia de siempre con distintos protagonistas. El rock tenía dos vías de escape como relevo de un hard rock que – nos guste o no, queramos o no reconocerlo – se estaba preparando su propia defunción por saturación. Como decía, se presentaban dos alternativas, bien el recuperar sonidos clásicos y añejos como proponían The Black Crowes o Drivin n Cryin – por nombrar a los más conocidos – o apostar por el llamado sonido Seattle. La respuesta la sabéis de sobra, y seguro que algunos recitareis de memoria una serie de discos que justifican aquello. Os la podéis ahorrar, soy de esos outsiders que hubiesen preferido otro tipo de revitalización que proponían los hermanos Robinson o por que no, gente como los Badlands de Jake E. Lee o Tangier.
Otros que apostaron por “el camino equivocado” fueron la banda de Austin, Texas, Johnny Law. Avalados por el gran Dan Baird, se cruzó en su camino un sello como Metal Blade, que cierto es que presumía de un catálogo más metálico en su haber. La proyección de este sello en la vieja Europa fue lo que hizo llegar hasta mí este debut – y único disco que yo sepa – de Johnny Law editado en 1991 y que debido a ese gran cajón de sastre de final de los ochenta, principio de los noventa, los alineaban como estrategia comercial dentro del hard rock en boga, a pesar de no tener nada que ver con Bon Jovi o Motley Crüe. Lo de Johnny Law era una fantástica mezcolanza de hard rock de la vieja escuela con aromas sueños y del rock americano. Guitarras muy presentes durante toda la grabación, dotando a la grabación de fuerza. Abre el disco “Pieces of the bottle” y rápidamente sabes por donde van los tiros, aquí no hay sorpresas ni medias tintas. “Promises” me recuerda al power pop de The Rembrandts pero con una impronta más rockera. “Hold me down” saca a relucir la herencia southern y los emparenta en este medio tiempo con lo que proponían en aquellos días The Black Crowes. “Someone’s dead” acelera el ritmo, pero es quizás de las canciones que menos me convence del disco. “Too weak to fight” vuelve a recuperar las buenas sensaciones, con calma, suavidad, de esas canciones para llevar en el coche a todo volumen mientras anhelas libertad. Rugen las guitarras en “Remember the night”, rock and roll honey, ponte las botas y disponte a bailar.
Efluvios sureños adheridos a la piel en el medio tiempo “Don’t sacrifice” antes de dar paso a “Think about it” que os va a traer a la cabeza mil y unas maneras conocidas pero !que demonios!. “If ya wanna” también se queda un poco por debajo del nivel general del disco o será que yo no conecto con ella, algo que si me pasa con “We all get old”, sus slides y esos coros que incluso adoptan algún guiño a Jagger y Richards. Cierra el disco “Little things” que se cuela fantásticamente. Seguramente este álbum homónimo de Johnny Law no fuese suficiente tarjeta de presentación para catapultarlos a las ligas mayores y con el tiempo haya encontrado excesiva competencia, pero bueno, yo lo sigo disfrutando 30 años después. Por cierto, este disco lo produjo Brandan O’ Brien, cuyo nombre aparecería luego relacionado con Pearl Jam, STP, Neil Young, Bruce Springsteen, AC/DC, Aerosmith o RATM entre otros. Año nuevo, viejos discos.
Joder. Joya perdida de los 90.
Como el de Arc Angels, pero ese no me lo perdí. Ni el de DarlaHood …
Me suenan a Driving ‘N’Crying (como me sigue gustando Whisper Tames The Lion, la ostia).
En efecto, yo disfrutaba del hard rock, pero todo se me «empezó a torcer» con Mother Love Bone, Pearl Jam, Temple Of The Dog, Soundgarden, AIC, Screaming Trees, Nirvana … Les dediqué una década casi. Y aún me molan mucho, la verdad sea dicha.
Pero como estoy de lleno con Cobra Kai, pues a los 80s-90s de nuevo!!
Muchas gracias!
Hola Eduardo, lo primero, gracias por leer el artículo y sobre todo por creer en el rock and roll. Estoy seguro que la irrupción del grunge nos hizo perdernos bandas maravillosas de este tipo como JL, algunas las conocimos en su día, otras las hemos recuperado gracias a internet. Seguramente nos dejemos bastantes en el tintero. Yo también disfruté a Pearl Jam, Dinosaur Jr o Husker Dü, otras no tanto, pero nunca fue como con Drivin n Crying, Flies on Fire o tantos otros a los que el cambio de “gustos” les cortó las alas.