El primer recuerdo que tengo de The Cure es un vídeo en el que el grupo tocaba hacinado en un armario situado al borde de un acantilado. El armario caía al mar y mientras se llenaba de agua el grupo seguía interpretando la canción. Corría el año 1985, la cancioncilla era alegre, casi bailable, pero las imágenes eran perturbadoras y claustrofóbicas para una mente infantil como la mía. La canción era Close to me y me dejó impactado de por vida. Lo siguiente que recuerdo de ellos, un poco más tarde, era un vídeo en el que el cantante de pelo enmarañado bailaba con una joven, también al borde de un acantilado. Era Just like heaven. Pensé que este grupo le tenía afición a los acantilados y las situaciones fuera de lo común. Lo siguiente que conocí de ellos fue el vídeo de Lullaby y ya, ahí sí, caí perdidamente rendido a sus pies.
Con Disintegration, The Cure llegaron a su cima creativa y de popularidad. Estamos en 1988 y Robert Smith estaba sumido en una profunda depresión. Se había convertido en una estrella del pop, algo que siempre había rechazado, y se sentía prisionero de la imagen estereotipada que el mundo tenía de él (ya sabes, carmín en los labios y el pelo cardado). Smith había recibido propuestas para componer bandas sonoras para películas (se dice que para Eduardo Manostijeras de Tim Burton, cuyo protagonista está claramente inspirado en Smith) y empezó a pensar que quizás un grupo de rock era un lastre a su creatividad. Sus composiciones se hicieron más extensas, con largos pasajes instrumentales, alejándose de la duración standard. Además, el hecho de estar a punto de cumplir 30 años le llenó de desazón, ídolos suyos como Jimmi Hendrix o Jim Morrison habían publicado obras maestras antes de morir a los 27. Smith rebasaba ya a sus ídolos y sentía que no había alcanzado su cima creativa. La depresión le llevó a volver a consumir drogas. A pesar del éxito comercial de los eclécticos The head on the door (1985) y Kiss me, kiss me, kiss me (1987) Smith no era feliz y retomó los sonidos densos y oscuros de sus primeros discos.
La grabación del disco no fue fácil. El aislamiento de Smith del resto del grupo era cada vez mayor. Fue la primera vez que Smith llevó al estudio sus partes de guitarra grabadas previamente en su casa. Se produjo un incendio en la habitación en la que Smith guardaba las letras de las canciones y tuvo que jugarse la vida para recuperarlas de entre las llamas. Buena parte de las páginas se habían quemado por lo que Smith se aisló deliberadamente del grupo para completarlas lo antes posible. Encerrado en un desván del estudio, Smith plasmó su desesperación y soledad en los textos. El retorno a las drogas no ayudó precisamente a la socialización del líder con el resto de la banda. Parecía que el final del grupo estaba cerca, sentimiento afianzado por la expulsión de Lol Tolhurst (único miembro fundador que restaba en la banda junto con Smith) al terminar la grabación debido a sus problemas con la bebida. Tras haber sido batería y teclista del grupo en trabajos anteriores, en el libreto de Disintegration el papel de Tolhurst se reduce a otros instrumentos. Tolhurst llegaría en un futuro a demandar judicialmente a Robert Smith por derechos de autor y el derecho a usar el nombre de The Cure. La tensión en el seno del grupo se podía palpar y era evidente que una etapa llegaba a su fin. Quizás por todo ello el disco tiene ese carácter tan melancólico.
Un halo de profunda tristeza se apodera del oyente desde el primer sonido. El sonido del disco era acuoso, triste, ideal para hundirte en una depresión. Recuerdo que la primera vez que lo oí (grabado en cinta) me pareció la banda sonora de un funeral. Las guitarras suenan como oídas a través de la lluvia mientras el bajo de Simon Gallup (verdadera seña de identidad del grupo) y los teclados te arrastran hacia la desesperación. La voz de Smith suena susurrante y cansada mientras va desgranando unos versos que hablan de desamor, hastío y pérdida de toda esperanza. El inexorable paso del tiempo lo va desintegrando todo a su paso, incluidos amores y amistades. Bellas canciones como Lovesong (que fue un regalo de boda para su esposa), Pictures of you, Prayers for rain, Homesick, Disintegration o The same deep water as you son la tristeza hecha canción. Por otro lado la estridente Fascination Street servía de contrapunto, siendo el tema más rockero del álbum.
En la promoción del disco Smith declaró que el grupo había llegado a su fin y tenía la firme convicción de disolverlo. Disintegration puede interpretarse como la radiografía de la desintegración de una pareja, un grupo amigos o una banda de música, da igual. Todo se ha ido al carajo y ya sólo queda lamentarse y recordar lo bonito que fue mientras duró.
Polydor, su compañía de discos, se echó las manos a la cabeza al escuchar lo que el grupo había grabado, en sus 71 minutos no había singles potenciales, todas las canciones eran demasiado largas y lentas. Un disco así podía acabar con su recientemente adquirido status de banda superventas y de culto a la vez. Era un disco ideal para escuchar en días de lluvia pero un suicidio comercial, a priori. Finalmente lograron que Smith permitiera la inclusión de Lullaby, destinada inicialmente a ser una cara B ya que no encajaba con la temática del resto del álbum. Acertaron de pleno: Lullaby fue su mayor éxito a nivel mundial. Buena parte del éxito de debió al magistral vídeo dirigido por Tim Pope (su director habitual), uno de esos vídeos musicales que hicieron época: las imágenes de Robert Smith en la cama, cubierto de telas de araña o siendo tragado por una vagina peluda son imborrables de nuestra memoria.
Como anécdota se puede destacar que Robert Smith apareció en un episodio de South Park salvando al planeta de una invasión extraterrestre. Mientras se va tras dar una patada a Cartman, Stan le grita: Disintegration es el mejor disco de la historia!!. Si lo dice un dibujo animado, debe ser verdad. Disintegration también aparece en rankings algo más serios (tampoco mucho más) como en las listas de los mejores discos de la historia de las revistas Q (puesto 90) y Rolling Stone (326). Por cierto, Adele hizo una sentida versión de Lovesong en su exitoso album 21.
A pesar de lo prometido, y por suerte para nosotros, Smith volvió a reunir al grupo en 1992 con el disco Wish (otra joya por motivos bien distintos) y con energías renovadas. Pero a partir de ahí su carrera ha sido bastante irregular. Smith sigue anclado en su imagen de los años 80 y cada cierto tiempo amenaza con la definitiva desintegración del grupo. Al menos siguen haciendo conciertos memorables en los que nunca faltan al menos 4 ó 5 canciones de Disintegration. Siempre nos quedará Disintegration para los días de lluvia. No sé si se habrá notado que adoro a este grupo y a este disco en particular.
La pregunta que nos hicimos en varias ocaciones en el año que salió el disco «Disintegration»
Si la canción «Fascination Street se refiere a «Sunset Blvd o Hollywood Blvd»??
It’s about Bourbon Street (New Orleans).
Bueno, siento disentir. Yo era muy fan de The Cure en los 80 y para mi la santa trilogía de Smith & Co. siempre será «17 seconds», «Faith» y «Pornography». A partir de ahí sigue teniendo cosas interesantes en los 80, pero nunca superaron ese nivel de intensidad y oscuridad.
Yo los pude ver en la gira del «Disintegration» en 1989 y disfruté como un gorrino, pero a partir de ahí dejaron de interesarme por completo. «Wish» no me gustó y luego pasé de ellos directamente, pero en esos 80 eran brutales y por ahí está la grabación que editaron en VHS en directo «The Cure in Orange» para atestiguarlo.
Saludos.
yo, por edad, sólo los he visto a partir de los noventa. No ha sido su mejor época pero en directo siguen siendo algo increíble. La última vez que los vi fue en el BBK y sus tres horas de concierto me supieron a poco.