Amantes de los Allman Brothers, Hot Tuna y toda clases de grupo que suene a verdadero Rock, el que huele a asfalto y a campo al mismo tiempo, el que te quita las penas durante unos minutos , el que te hace soñar despierto. Aquí tenéis una masterpiece de Mister Randall Bramlett, una más en su discografía, añadiría yo. Una discografía en solitario nada desdeñable, que ya va por mas de trece discos. Pero si uno se para a ver, leer y sobre todo oír los trabajos en donde Randall ha estado, tendremos vértigo seguro.
Este multinstrumentista es único en su especie, lo hemos podido ver y oír tras luminarias como Steve Winwood, Gregg Allman, Levon Helm, Elvin Bishop, Bonnie Raitt, Delbert McClinton, Rick Nelson y B. J. Thomas, The Allman Brothers, Bonnie Bramblett, Sea Level, The Atlanta Rhythm Section, Gov’t Mule, Widespread Panic, Hot Tuna y hasta con Traffic para la gira de reunión en 1994. ¡Para quitar el hipo amigos! Y no solo tocando, también componiendo, arreglando, aportando su toque maestro, sin limitaciones absurdas, ni sectarismo obtusos, Randall ama la música, cualquier música, por ello es capaz de escribir gospel para los Blind Boys de Alabama, soul para Bettye LaVette y blues para Hot Tuna, Allman, Raitt…
Está claro que con estas referencias aquí tenemos un disco lleno de matices que van del gospel al rock sureño, pasando por el blues. Pero la guinda en el pastel, lo mas maravilloso que uno se puede encontrar en un disco de rock en pleno siglo XXI en donde muchos creen que son los portadores del rock, sin aportar nada nuevo, el señor Bramlett se permite obsequiarnos con un magnifico detalle, en el tema «I’ve Got Faith in You», se incorpora Tommy Talton, un musico y amigo asociado a Bramblett desde los años que tocaron juntos en aquella banda llamada Cowboy, y también en la banda de Gregg Allman. Talton obtuvo permiso para tomar prestada la Gibson SG de Duane Allman, la misma que usó en el tema «Statesboro Blues» en 1971 en el «Fillmore East». Talton consigue obsequiarnos con un precioso y apropiado tributo a Duane Allman y con ello redondear un disco que suena como aquellos trabajos de antaño que conservamos como oro en paño y que nunca nos hartamos de escuchar y que esgrimimos como una arma poderosa cuando tenemos que hablar de nuestros discos favoritos.
Bramblett ha entregado otra vez sin despeinarse, sin querer nada a cambio, y sobre todo sin esperar nada, un inmenso paisaje sonoro único y ensoñador para cualquier amante del rock con tintes souleros.
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