Los planes casi nunca salen como se planea. No es ni bueno ni malo, ni mejor ni peor, es diferente. El plan original era crear un seudónimo, hacerme millonario vendiendo novelas y retirarme en Samoa. De momento, la cosa va regulinchi. Cuando empecé a reseñar, la clave era mantenerme al margen. Pillo disco, destripo disco, sigo adelante y a los músicos… ser amable, pero mantenerme distante. El paso del tiempo, de los discos, ha hecho que esto sea un no rotundo como un martillazo en un dedo. Hay músicos que son mis colegas, algunos casi mis hermanos de otra madre. En el caso de estos tres forajidos, nos separan unos mil kilómetros de distancia, lo que hace complicado quedar un domingo a la tarde a echar una birra, pero no es menos cierto que lo que nos une es más fuerte que la distancia. Zoo! es una banda prolífica, que habrá sacado unas veinticinco canciones en tres años. Los conocí con Testigos, un primer EP de cinco temitas, y ahora presentan un discazo de catorce. Por una parte, es un honor que cuenten conmigo para estas gaitas. Por otro lado, la presión de hacerles justicia aumenta. Un, dos, tres… Zoo!

 

[divider]FOBIA[/divider]

 

Chavarines guapetones. Sin grandes despliegues presentó la banda el single, extraído de un directo. Sin grandes artificios, sólo con su fuerza, con la verdad. Y la verdad es la verdad, la diga Agamenón, o su porquero. Empieza el señor Camacho tirando de dom de piso y de timbal para darle fuerza a esa batería, que empieza con platos cuando la guitarra trae un punteo reiterante, como el de Bienvenidos, de Miguel Ríos. El caso es que al entrar los platos da más sensación de velocidad, aunque no ha acelerado el tempo ni un pelo. Cuando entran los estribillos, en los coros, ese Chavarines guapetones desvanece el resto de influencias y se mimetizan con el Corre, de Reincidentes, más que con la versión de estudio, con el Algazara. Es inevitable dejarse llevar un poco por el empaque del tema e ir un pelín más rápido. El bajo sirve de unión en las estrofas, llevando prácticamente la parte melódica que evita ese momento batería-voz de bandas como White Stripes.

Club social. No es tan típico de esta banda un sonido tan The Cure como este punteo inicial. Está entre el A forest y el Hotel Monbar, de los Kortatu, con un bajo poderoso entrelazado con la guitarra en una amalgama cruda, sin cortar. Aunque sutiles, es un punto a favor los coros. Es como si estuvieran en la otra habitación, pero se entrelazan y completan el espectro sónico de la voz áspera del señor Conejo (dicho así, no sé si es un guitarrista o Harvey Keitel en Reservoir dogs).

 

 

Hoy es mi día. De las canciones más punkis que han dado los Zoo!, y no tanto por el sonido sino por la actitud. En una mezcla de algo de Ilegales en El piloto con letras inspiradas en el día positivo, de La Polla Récords. Josemari se está prodigando en ese tipo de riff en bucle, que hacen que la parte instrumental se supedite a paladear la letra. Hoy es mi día vengo de cara al viento / Hoy es mi día I got my mojo working / Hoy es mi día y yo lo sé. Nueva ley, si citas a Muddy Waters, eres bienvenido en mi club.

I killed Papa Pitufo. Siguen teniendo mucho poso de Jorge Ilegal, lo primero por la ayuda del bajo en la parte melódica para liberar la guitarra de labores “defensivas”, y lo segundo por ese tipo de parida, en plan Soy un macarra / soy un hortera / voy a toda hostia por la carretera. Tampoco disimulan la influencia de los Reincidentes, pues en la parte de las baterías, hay tramos que este tema es un Rabia un poco más pausado.

 

 

Pensando en nada. En ese territorio umbrío donde el blues ganó crudeza y lo llamaron rock and roll. Empieza como podría tirar unos riff B. B. King, por ejemplo. Una vez estamos a pleno rendimiento, otra vez los Reinci. Desde mi asilo, pero reinterpretado a lo Zoo!. Combina la guitarra acordes y punteíllos, y el bajo haciendo el trabajo menos visible, haciendo un símil balompédico, este bajo es Gatusso, sólo se acuerdan de él cuando reparte leña, pero quítalo y tendrás al equipo partido por la mitad.

Nadie alrededor. Es una especie de balada macarrilla, con el poso de tiempos nuevos, tiempos salvajes, y del Golfa, de Extremoduro. Si me pidieran una idea para un videoclip, sobre todo mientras escucho los coros en el estribillo, veo una especie de banda que ameniza bodas, o las comparsas de los cruceros en yates de los caros, con estos tres de punta en blanco tocando como si fueran en el Titanic. Bueno, son mis paranoias, y hago con ellas lo que quiero.

 

 

Buitres. Una guitarra chisporroteando, como si la hubieras dejado en el soporte sin apagar el ampli mientras Rubén Peña, alias Chico Melodrama, suma un bajo contundente trazando una línea parecida al Smoke on the water, de los Deep Purple. Cuando el punteo de guitarra se mimetiza con el bajo consiguen su sonido más Ilegales. Consiguen a la vez un rock puro, impecable, y que suene duro, crudo. La batería está convertida en un charles omnipresente entre bombo y caja, no por ser simple es irrelevante, lo contrario, es el motor que empuja desde atrás.

Hurraco. Si del jazz derivó el jazz moderno, como J. J. Johnson, esto es un blues moderno, entre un R. L. Burnside de vuelta de todo y un Bad to the bone, de George Thorogood (de esas canciones que conoce todo el mundo). Una forma diferente de transmitir la historia, lo que convierte a los Zoo! en una especie de bardos, cantando uno de los episodios más negros y tristemente célebres de la historia reciente, haciendo que la localidad pase a la historia con un trasfondo de violencia.

 

 

El blues de Paul Darwent. Venga, me la juego: Jerónima, de los Mojinos Escozíos. Vale que las letras son un pitorreo, pero ojito, porque los guitarras y el bajo alrededor del Sevilla son unos fueras de serie de la hostia. Una especie de balada blues, esta es la de bailar apretujados, bueno, cuando avancen las fases. El estribillo es una especie de crescendo entrelazado en un mantra Paul Darwent’s blues, que lo hace más fácil de recordar. Un final a capela, de esas de madrugada de sábado a domingo, después de dos horas de directo y un pelín perjudicado.

Me alejo silbando. ¿Soy el único que ha pensado en Twin Peaks? Vale que el charles va muy rápido para ser una versión, pero un poco sí que se parece. La batería es el vivo ejemplo de lo que decía de estos tres: sin grandes artificios, pero con la verdad. Tempo sólido, buen combo bombo-caja-charles y todo el protagonismo del mundo a bajo-guitarra y voces. Por supuesto, la combinación de bajo y guitarra, que baje Jimy Hendrix y lo vea si no transmite el mismo rollo de Agotados de esperar el fin.

 

 

Buscando el mar. Al final, cada tierra tiene su folclore y sus influencias, y los mil kilómetros que nos separan me ponen complicado destripar esta canción. Me suena algo así como una seguidilla, como una coplilla, aplicada al rock, igual es cosa mía, pero suena a ese tipo de canciones que le oíamos a los abuelos, de las que cantaban con el lomo doblado. En mi caso, jotas, muchas de ellas con moraleja. En las estrofas, suena como si al charles le hubieran unido una pandereta, muy útil para darle mordiente en los tramos donde hay que evitar contundencia bombo-caja.

El mejor garito de toda la ciudad. Una mezcla entre el Rock Around The Clock, de Bill Haley y sus Comets, pero se ha convertido en ese primer rock anglosajón, del rock de bailar, a lo Elvis en Jailhouse rock. Al final terminan en una especie de Kiss desmontado, a tramos da la sensación de estar a punto de estallar en un I wanna rock and roll all night and party everyday. Muy acertada la elección entre charles y platos grandes en función del momento de la canción.

 

 

El tablero. ¡Esto sí que es mi rollo! Una joyita casi al final. La furia en el bajo de Soy un macarra, la batería como un pura sangre esprintando en el hipódromo y la guitarra sutil, un punteo leve, completando la línea que traza Rubén con el bajo, que es lo que da el aura de locomotora sin control. Acertadísimos los gritos en esa especie de estribillo onomatopéyico, lo que aún da más la sensación, sin ir a un ritmo imposible, de velocidad. Creo, si no me equivoco, que el bajo está tocando dos o tres notas, pero suena como un carro de combate. Zoo! no tiene grandes artificios, pero tiene la verdad. Da igual cuándo leas esto.

Nos une el rocanrol. Sacamos la acústica mientras decimos adiós con la manita. Lo bueno de los rockeros, cuando son de corazón, es que les condiciona hasta el subconsciente, y siguen sonando con la implacable fuerza del indomable, aunque los pongas en acústico, o aunque les quites los amplis. Ejemplo: Debe llegar algo, de los Reincidentes. En este caso, la letra no es tan implícitamente combativa, es más una historia urbana, una serie de vivencias dentro de un mismo barrio, de un portal. Una especie de instantánea de la epoca, como en su momento reflejaron los santos Inocentes, ahora que tenemos tanta banderita privatizadora ondeando por ahí.

En resumen, dice Rosendo: «Un grupo de rock son tres, cuatro, cinco amigos mirándose a los ojos, compartiendo energía, tirando para adelante. Lo demás es… hojarasca». Pues Zoo! es una banda, y punto. Tres tíos sudando tinta para sacar algo bueno, sacrificándose y supeditando sus instrumentos al bien común y al tema, sin batallas de ego ni solos de quince minutos. Salir, tocar y divertirse. ¿Cómo les vas a decir que no son colegas?

 

 

Si queréis ser colegas de los Zoo!, enlaces de la banda.

Facebook https://www.facebook.com/ZOOROCKBAND/

Twitter https://twitter.com/zoogruporock

Bandcamp https://zoomusic2.bandcamp.com/

Youtube https://www.youtube.com/channel/UCWuvB9BzA85y3XhKZE_pqWQ

Instagram https://www.instagram.com/zoo_con_exclamacion/?hl=es

 

 

ZOO! – FOBIA

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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