Cómo molaría el verano sin calor. Nos ha jodido. Pero es lo que hay. Y este tan atípico por la circunstancias en las que nos vemos inmersos, y que como no seamos responsables, igual damos rápidamente pasos atrás sin contemplación, parece presentarse caluroso en su versión más potente, al menos en estos primeros días aquí al Sur del Sur. Contemplo con ojos de asombro calles repletas de gente disfrutando de la noche como si no hubiese un mañana – y lo mismo el dicho nunca tuvo tantos visos de realidad visto lo visto -. Sufro en primera persona la despreocupación progresiva de gente que parece haber olvidado demasiado deprisa un pasado excesivamente reciente. Y me horroriza aún más la actitud de algunos Ayuntamientos que vete tu a saber en nombre a que – o de quien – organizan o autorizan eventos en los que por muchas medidas de seguridad que prometan y de las que presuman, a mi me tiemblan las canillas cuando pienso en ello. Este verano no tiene pinta de ser de barbacoas en la playa ni de grandes reuniones en los paseos marítimos. O no debería. Vete tu a saber que no voy ahora yo a pretender dar clases de nada a nadie. Eso si, pienso disfrutar del verano como pueda y con quien me apetece, que no son más que los míos. Al fresco -¿qué coño será eso? – del patio nos reunimos copa en mano y los altavoces sufriendo. ¿Pero tío, esto no es una jodida revista de música?. Cierto. Voy al lío.
¿La música se adapta mejor o peor a ciertas estaciones del año?. Hombre, pues no creo. Pero si es verdad que a mi ciertos sonidos me evocan lugares, espacios o tiempos. Estoy escuchando en este momento el disco debut de La Topadora, editado por Maldito Records y la verdad es que me parece cojonudo para estos días de calor, estas noches de gota gorda, para compartir unas copas, unas risas y unas charlas dejándote llevar por el ritmo que se impone dentro de este «Voy con todo». Aunque nos encontremos con un trallazo rockero como en «El pensamiento en movimiento» lo cierto es que la tónica general es de ritmos más bailables en donde los sabores latinos se imponen e incluso el ska de «Ta tikko» o el rollo más cercano al rock urbano de «Los miserables». Un claro ejemplo es «Será como ser» idóneo para disfrutarlo en un chiringuito de playa o el caribeño «Gallego timbulado» que se ha convertido en mi canción preferida del disco, mostrando que La Topadora ni conocen límites ni están dispuesto a levantar muros a su alrededor. A mí me han recordado – sin comparaciones sonoras – a los magníficos Hechos contra el decoro y su amplitud de miras.
Un disco que tal vez levante cierto escepticismo entre la parroquia más rockera o punk del sello pero que seguro que aquellos que no temen en incorporar los ritmos latinos a su menú musical habitual van a disfrutar de principio a fin. Me han sorprendido para bien. Además en esta época del año en la que lo que menos me apetece es vivir encorsetado, la propuesta fresca de La Topadora viene de maravilla.
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