Kenneth Branagh es un talentoso realizador, que epató desde su impactante presentación con «Enrique V», una memorable adaptación de la tragedia «shakesperiana» que superaba, y eso es mucho decir, la versión de Laurence Olivier, con impactantes secuencias como el discurso previo a la batalla de Agincourt. Un talento precoz con el aval de haber sido el director más joven de la Royal Shakespeare Company. Desde entonces, su filmografía ha estado jalonada de más éxitos que fracasos, lo que le ha ofrecido un razonable prestigio, tanto como actor que como director, que le ha otorgado la responsabilidad en superproducciones hollywoodienses.
Este «Artemis Fowl» llega para el nuevo canal Disney +, aunque su concepción primigenia era ser estrenada en la gran pantalla, cosa que no ha podido lograr merced a la pandemia del Covid- 19, cosa que puede haber beneficiado a la producción, de enorme presupuesto de más de 125 millones de dólares, con todos los visos de haberse estrellado en taquilla pues el resultado es una pequeña catástrofe. Y no era de esperar, pues Branagh ya había trabajado para la compañía, pues en el catálogo de Disney + podemos ver la primera cinta de «Thor», uno de los Marvel más divertido, con una Valhalla convertida en un Palacio de Elsinor y Loki es un siniestro émulo del Yago de Otello, y la versión en acción real de «Cenicienta», una decente aproximación al cuento clásico y a la de dibujos animados de los cincuenta. En cambio, todas las buenas ideas de ambas y su competente puesta en escena, naufraga en este «Artemis Fowl», un entretenimiento, quizás pensado para un público demasiado infantil, plagado de la obligatoria multiculturalidad, aunque aquí se obvia la diversidad sexual, que da como resultado personajes sin sentido como la sobrina de Butler, que no entendemos que aporta a la historia y que aparece en algunas secuencias, imaginamos que para cumplir con la cuota racial, cosa que no se le puede achacar a Branagh, quien por «motu propio» y no por imposición del poder, convirtió al Rey de Aragón a Denzel Washington en «Mucho ruido y pocas nueces» o a Idris Elba en Heimdal en «Thor». Un precursor en esto de la nula importancia de las razas y colores. El problema de «Artemis Fowl» es que el edificio argumental apenas se sostiene, y no sabemos si por amputaciones en la edición o imposiciones de la productora, el metraje de hora y media parece que deja múltiples historias sin contar además que todos los personajes resultan demasiado esquemáticos y, lo peor, resultan antipáticos, comenzando por el niño protagonista.
Un desaguisado que no levanta cabeza en ningún momento y que se convierte en lo peor firmado por Kenneth Branagh hasta la fecha, lo cual tampoco empaña su admirable carrera como director. Un intento de comenzar una saga, a lo Harry Potter, con magia y niños con habilidades especiales pero que dudamos que tenga continuación en el tiempo, aunque este cambio de estreno, directamente en pequeña pantalla, pueda revertir este vaticinio. Una apuesta de Disney + de fidelizar y conseguir más suscriptores en su reciente canal de «streaming» que contaba como producto estrella propio la serie «The Mandalorian». Confiemos que sigan con esta idea de producir material pensado para televisión aunque lo próximo eleve el nivel, como la serie de Jon Favreau, y no como este «Artemis Fowl», donde poco hay destacado, y eso incluye los efectos especiales o la banda sonora de Patrick Doyle, dos aspectos que deberían brillar y que en su capítulo negativo destacan unas interpretaciones mejorables, de niños y mayores, y lo más imperdonable, un inadecuado ritmo que consigue aburrir en solo una hora y media que acaba resultando interminable. Lo dicho. Imperdonable.
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