Cuando uno adora el riff como fervoroso creyente de esta religión de decibelios, sabe reconocer a Kirk Windstein como uno de sus profetas. Culpable en grado máximo del sonido de la banda que mejor refleja ese sludge pantanoso capaz de llevar el término heavy a su concepto más extremo como son Crowbar, santo y seña de un modo de entender la dureza y el paroxismo musical. Cualquiera que se declare converso al universo de riffs gruesos y afilados, reconoce a Kirk Windstein como esa mano derecha de Phil Anselmo para dar vida y muerte, obra y gracia a Down y esa esa estación de penitencia llamada “Nola”. Muchos dicen ser los elegidos pero pocos los llamados a formar parte de esa impía cena de obradores de riff inmensos. Llega la hora de que Windstein se presente como capitán de su propio barco aunque las rutas de navegación por las que pretende llevarnos son bien conocidas por aquellos que llevamos tiempo siguiendo la forma de sus riffs.
“Dream in motion” es muy cercano a los buenos discos de Crowbar. Y deseo recalcarlo, no como aspecto negativo sino todo lo contrario. Este disco en solitario de Kirk Windstein está a la altura de los grandes discos del género. Donde por supuesto moran por derecho propio obras de Crowbar. Un denso trabajo de sludge pantanoso. Como debe ser. Obvio. Pero con todo el protagonismo -y responsabilidad- cayendo sobre la espalda de Windstein. Voz, guitarra y bajo corren de su parte. Solo tras los parches ha contado con la colaboración de Duane Simoneaux. Para acabar de redondear un disco en el que capaz de aunar magistralmente la oscuridad, pesadez y épica, a modo de bonus track nos ofrece una buena versión de “Aqualung”. Kirk Windstein reina sin parangón en esos círculos pantanosos extrapolando esa extraña belleza que asoma entre los lamentos agónicos del doom. De no ser por un par de canciones que bajan el nivel de forma plausible, estaríamos hablando de un disco sin fisuras.
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