La penumbra, la desesperación, historias de malditos y descarriados, el lumpen, pero también redención y optimismo. Seres como el autor que son como ovejas descarriadas, lejos del redil, apartados, sin dirección, viviendo a su manera, eso es SHADOW LAND , la monumental obra de BEN DE LA COUR .
Ben fue un exitoso boxeador aficionado que antes de comenzar su vida adulta descarrió y lo que siguió era lo imaginable : cárcel , hogares de acogida, alcohol, drogas y centros de salud menta. l Ben se redimió y decidió contar semblanzas y lecciones de vida nacidas de experiencias propias y extrañas . Cantares de lugares sombríos y personas de almas perdidas, pero cuyo autor no castiga ni extravía, pues la vida en ocasiones ofrece nuevas oportunidades de salvación como bien sabe el autor, quién para grabar el lp solicitó una extraña subvención al Consejo de las Artes de Canadá y resultó aprobada de forma extraordinaria . Seria el destino, Dios , la Diosa Fortuna o la Madre de Tierra, pero allí va un cantautor afincado en Nashville caminó de Winnipeg con su hatillo a grabar el disco de su vida bajo la directrices del productor Scott Nolan . La vida otorga la redención del ángel caído
No existe mejor medio que el blues para los cantos de malditos y desesperados y sobre ese pivote se sustenta SHADOW LAND . «High Heels Down the Holler» es un blues rastrero y polvoriento con una slide acústica y grasienta que recuerda al Gran Hobo Tom Waits, mientras que en ese irónico lema nacional de «In God We Trust … All Other´s Pay Cash» toma el lado agresivo y eléctrico del blues con coros negroides para atizar duramente a lo serviles al dinero . Es el punk blues de «Basin Lounge» quién enciende las venas a base de sulfuro extraído del Dylan Eláctrico y del salvaje golpear al piano de Jerry Lee Lewis
Las duras historias , las biografías de los inadaptados y delincuentes, así como los anhelos del autor encuentran su detalle en las emocionantes y sensibles baladas que son el centro de gravedad del disco. «The Last Chance Farm» describe el primer paso hacía la Luz desde un doble punto de vista, por un lado el de Ben, que describe el lugar, ese Centro de Rehabilitación dónde se desarrollara la redención , y por otro lado, bajo la protección de una ternura infinita de la acústica y la voz dulce, las tristes razones de uno de los enfermos para su reclusión. Una obra maestra. «Amazing Grace (Slight Return)», con similar concepción sonora, tema de emocionante fragilidad que alza el alma y hace soltar las lagrimas. «Swam Dive» a la altura de cualquiera de las mejores baladas de Shane Mcgowan, narra una terrible historia de amor roto y suicidio mientras suena un dulce y emotivo vals en contraposición al dolor de la historia para construir una sensacional pieza de belleza trágica . «Shadow Land» , el autobiográfico tema que da título al disco , es cautivadora con ese piano de Jeremy Rusu de acordes de hermosura inolvidable siendo el violín quién la crea en «From Now On».
Ben no sólo utiliza la simplicidad y la ternura para sus narraciones , en ocasiones como en la inicial «God’s Only Son», sorprende con un tratamiento de de country gótico a ritmo de western para contar la historia de un atracador que se siente Dios siguiendo a maestros como 16 Horsepower. «Harmeless Indian Medicine Blues» vuelve a recordar al Waits más rotundo y crudo cantando como si fuera un enterrador borracho. Dos muestras de la capacidad histriónica de este contador de cuentos reales . «Anderson´s Small Ritual» es el respiro acústico ante tanta teatralidad previo paso a «Valley Of The Moon» , la coheniana canción que pone fin a esta asombrosa colección de grafías
Ben De La Cour ha encontrado su alma a través de historias de dolor y redención . Esa alma que ha plasmado en «Shadow Land» , sin duda una de esas anomalías excelsas que tenemos la oportunidad de vivir. Una presa de oro.
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