En estos tiempos convulsos de pandemias, calles vacías y gente con mascarillas haciendo fila para entrar a los supermercados me he acordado de este interesante film de terror que en su día pasó sin pena ni gloria y creo que bien vale la pena recuperar: La niebla.
El director Frank Darabont ya había adaptado novelas de Stephen King con bastante éxito en Cadena perpetua (The Shawshank Redemption) y La milla verde, sus dos mejores películas. Cierto que no eran las típicas novelas de terror de King. En 2007 Darabont se atrevió con otra adaptación de un relato de Stephen King y esta vez de terror: La niebla.
Reconozco que me gustó mucho el arranque, cuando aún no sabes qué se esconde tras la niebla. Ese miedo a lo desconocido me parece muy inquietante. Cuanto más indetectable es una amenaza, más nos aterra. Sin embargo, La niebla pierde bastante interés cuando descubrimos qué acecha a los protagonistas entre la espesa niebla, sobre todo cuando es algo tan inverosímil que ni ellos mismos acaban de creérselo. Parece que la tensión se ha disipado de forma irreversible y vamos a caer ante un fallido producto de ciencia ficción (casi de serie B) lleno de elementos increíbles, pero no. Es entonces cuando La niebla muta a un drama sobre personas atrapadas y sometidas a una experiencia extrema. La amenaza del exterior es menos terrible que los monstruos interiores de cada personaje. Los que busquen el típico film de terror de monstruos o catástrofes probablemente saldrán decepcionados. La niebla tiene algunas escenas (la de la farmacia) que me recordaron a Aliens de James Cameron o Aracnofobia, pero funcionan mejor las escenas en las realmente no ves la amenaza (la escena de la cuerda), lo que no se ve siempre da más miedo.
El tratamiento de los personajes es lo que convierte a esta cinta en una peli de terror bastante atípica. Los roles que cada uno va adoptando en la sociedad y cómo ésta se organiza y evoluciona convierten a la peli en casi un ensayo sociológico. Me pareció muy interesante el personaje de la fanática religiosa, es todo un ejemplo de cómo el miedo nos hace primitivos. Por cierto, Marcia Gay Harden y Toby Jones bordan sus personajes de fanática y dependiente respectivamente. Se podría interpretar que el film realiza una metáfora del pueblo norteamericano (y el resto del mundo) tras el 11-S o frente al covid-19: una amenaza exterior puede hacer desear a los ciudadanos perder libertades en busca de mayor seguridad. Como a los personajes del film, el miedo puede llegar a controlar nuestras vidas y radicalizar nuestras convicciones. Tampoco creo que sea casual que King ambientara su novela en un supermercado, metáfora clara del capitalismo.
Darabont es un buen director, consigue que los niños no sean tan repelentes como suelen ser en este tipo de pelis, ni está claro quienes ni cómo van a ir pereciendo los personajes. Pero, al nadar entre las aguas del terror y el drama psicológico, la cosa no acaba de cuajar del todo. Creo que hubiera ganado puntos si no hubiera mostrado la amenaza de forma tan obvia. La peli hubiera funcionado bastante mejor. Eso sí: No puedo dejar de destacar el brutal desenlace, uno de los más impactantes de los últimos lustros. Esa escena final con la canción “The host of Seraphim” de Dead Can Dance, es ciertamente desoladora.
0 comentarios