¡Oye, tú!. ¡Que dice un tipo en Brasil que el rock and roll lleva al sexo, al aborto y al satanismo!. Y yo salgo corriendo a la cocina a mirar el calendario que tenemos detrás de la puerta a ver en que jodido año estamos. ¡Coño!. Si ya no pongo calendarios detrás de la puerta. Enciendo la tele. A ver si sale Nancy Reagan. Salió Dee Snider por fin de aquella sesión en el Senado de los USA. Suena el timbre. Pego el ojo a la mirilla..Tranquilo Rob, llama a Glenn y K.K. y cuéntales que de momento nadie os va a volver a denunciar porque puesto hasta arriba se pegó un tiro escuchando vuestros discos. ¿Donde cojones tendré guardado el D.N.I.?. No vaya a ser que la poli me pare para cachearme. Anda que no lo hacían veces por entonces. Mi único pecado era ser joven y rockero, como decían Barón Rojo. El otro día me crucé con una señora que me miró de reojo y se agarró fuerte al bolso. Igual pensó que pensaba atracarla para comprar droga y consumirla en el aquelarre entre sexo y abortos. Estuve a punto de decirle: «Hola, ¿tiene hora?. Me gusta tu peluco». Menos mal que me tomo las cosas con sentido del humor. ¡Que cojones!. Si es lo único que de momento no pueden quitarnos. Menos mal que el tipo ese, ministro de no se que mierda o algo así, no ha escuchado el nuevo disco de Lujuria. Tal vez debería.
Oscar Sancho y compañía vuelven a la carga. No veas si ha llovido ya desde aquel «Cuentos para mayores». Adoro a estos tíos, en serio. En medio de aquella carga de dragones, espadas y celtas, lo suyo era el heavy metal de toda la vida. Chulo y canalla. Chupas vaqueras y pantalones de leopardo. Guitarras cañeras. ¡Me gusta tu peluco!. ¡Pasame la litrona!. Heavy metal de la calle para la chusma de la que nos enorgullecemos en pertenecer. Mientras unos desaparecían, volvían, iban directos al olvido de nuevo… y así una y otra vez, Lujuria nos seguían dejando buenos discos. Siguen representando el heavy metal en esencia. Ahora que unos andan a la gresca continua y otros hacen pases Vips a tertulianos que en su puta vida les habrían hecho caso, necesitábamos que regresaran Lujuria. Siete años sin dejarnos un disco, hijos de Belial. Vale, hace cuatro nos pusieron los dientes largos con un e.p. Pero no es lo mismo que diría cierto lánguido de la canción melódica. Alza tu puño, Lujuria han vuelto y aquí no hay fuegos de artificios, aquí hay puto heavy metal sin complejos y sin pedir permiso a nadie. Ya lo dicen en «Siempre metal, invicto metal».
Te vas a encontrar ciertos rollos a lo Deep Purple/Rainbow en «El amor está en el aire». Si, es lo que hay amigos. «Messe noire» es puro Lujuria. Letras picantes, deslenguadas. Sexo, Satan y rock and roll. «El ángel de la locura y un diablo loco de amor» presume de riffs. Oscar me recuerda aquí a Fortu. «Como puta por rastrojo» rezuma caña a raudales con un estribillo directo, sin hacer enemigos. Más hard rock es «Tapar agujeros», sonido a los ochenta sin complejos. Llega la balada del disco, con el sincero título de «Cuando estas conmigo (la única balada sincera del mundo)». Prefiero a Oscar cuando suelta tralla. Y ese comienzo de «Migas de paz», que suena de muerte, anuncia tormenta. ¡Dale!. «El principio del fin» cierra el disco. Lujuria siempre ha rendido homenaje a todas aquellas bandas que hicieron de nuestro heavy metal algo único y personal, en lo bueno y en lo malo. Para este disco Ángeles del Infierno. Lujuria cumplen de sobra. Sabemos lo que queremos. Ahora espero que no nos tengan otros siete años de abstinencia. ¡Y poned el disco al capullo ese del gobierno de Bolsonaro!.
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