Hay gente que te hace sentir grande. Mi sistema de trabajo con las reseñas ha sido básicamente tirar de jeta. Escucho una canción que me gusta y trato de localizar a las bandas. Si hay suerte, pues se prestan a ser reseñados y si no… pues tan amigos. El problema viene cuando ves el currículum de la banda o de sus miembros, juntos o por separado, y ves que te brean. Es evidente que cualquiera de los tres sabe mucho más de música que yo, tendrían que ser ellos los que me pongan nota a mí, pero… bueno, dadas las circunstancias, tendré que esforzarme a tope. Un, dos, tres… ¡Kinki!

[divider]KINKI BOYS[/divider]

El poblao. Empieza con unos cánticos, entre la grada del Celtic de Glasgow en plena fiesta o de los comanches de una peli de John Wayne. Entran las baterías y los guitarrazos, como si conchabáramos dioses paganos, y se lanzan las voces. En las estrofas la parte vocal es clavadita a Ariel Rot en los tiempos mozos de Tequila, pero con un deje “macarra” en la voz. es esa actitud del glam rock… para los no muy entendidos, el rollo que se trae Sylvain Sylvain.

Perdida o muerta. Un bajo poderoso, mucho timbal y una guitarra que ladra pero no muerde en unas estrofas que parecen una inmensa cuenta atrás. Poco plato en la parte percusiva, y una derivación a Diamond Head, es como pasar un grupo de heavy metal clásico por el tamiz del glam rock y del punk guarro (sobre todo en los coros:
no, no, no… o muerta, ¡muerta!).

 

 

Amor paranormal. El comienzo, la batería con una caja un poco marcial, el punteo… me han hecho recordar Hotel Monbar, de los Kortatu, casette que orgullosamente heredé cuando tenía 14 años y que marcó mi adolescencia, abriéndome las puertas a aquel rollo del rock radical vasco. Tanto en temática como en voces, poco tienen que ver, aunque sí es inevitable sentir un deje en las cuerdas mientras avanzan las estrofas. Con el espíritu de Mi novio es un zombie, y un aura oscura en la parte instrumental, como aquellas pelis de James Whale, que supone que tenía que ser terror de correr colina abajo y terminaba por producir una especie de fascinación, de ternura.

Angustia. Así se empieza una canción. Bajo, solo, crudo. Un poquito de timbal, guitarrazo por aquí… cierto aura a Pastelarium, de La Polla Records. Tienen alma de punk estos Kinki Boys, aunque mestiza, tienen un poco de rock, la angustia es tu eterna compañera, condenado a no poder vivir sin ella. Con la contundencia de la parte instrumental, es casi un mantra misantrópico y depresivo, a lo Smashing Pumpkins en, por ejemplo, Zero.

 

 

Voy a morir. Es como si los Rolling Stones hubieran escuchado el dance and dense denso, de Molotov, y quisieran hacer una especie de canción tributo. Lo bueno de esta batería es que no se anda con decoraciones barrocas, mucho timbal, mucho tom de piso y casi nada de plato, charles y a tramitos. Estribillos punkis, a grito pelado, y punteos más rockeros, a lo Barricada, haciendo una especie de punk rock homenaje.

Armas de destrucción. Ya sé que no tiene mucho que ver, pero estos Kinki Boys tienen un poco de grunge, a lo Breed, de Nirvana. Con ese bajo crudo que va pateando traseros y a golpe de cencerro, con un rodaje más rockabilly que punk, pero con ese rollo de alta energía y “chulería” autodestructiva que emanaban los de Seattle. Consiguen ser muy rockeros, muy punkis, muy grunge y muy rockabilly a un tiempo. Mucha actitud.

9,8. Ese comienzo, aunque Kinki Boys empiezan a un tiempo bajo y guitarra, recuerda a los primeros acordes de The small hours, canción de Holocaust que inmortalizó MetallicA en el Garage Inc. un aura muy oscura, a lo Ghost, se adueñan del tema, hasta que el estribillo le da un aura más luminosa, como una canción de David Bowie. Aún así, ese medio tempo de las estrofas los acerca a clásicos del heavy metal.

 

 

Dímelo tú. No sabría decir exactamente dónde, pero tienen un aire bueno a los Ilegales en ¡Hola, mamoncete! No sé si éstos darán las mismas hostias que el amigo Jorge Ilegal (no las he probado, pero su fama lo precede), pero sí que veo en el dímelo tú, que eres tan lista ese tono que tenía el ¿Buscas algo que contar? No quiero ser cargante, pero mola mucho esa batería a base de bombo caja y timbal, casi sin platos. Dado el sonido de la banda, un bajo ronco como Lemmy después de una noche de jarana, y una guitarra en punteo constante, la mejor elección es poco plato y poca decoración para no tapar a nadie.

Vete. Un guitarrazo como un Camaro quemando rueda antes de salir disparado por la pista y una batería concisa y contundente nos lanzan a este misil a dos tiempos (el pum y el pas, para los que nos fumábamos las clases de solfeo para jugar al futbolín). No me ha pasado desapercibido el guiño del dulce colocón a Los Rodríguez y su Hace calor, sobre todo porque la voz me suena parecida de cojones a la de Ariel Rot, que será cosa mía… La guitarra sólo nos da tres segundos de descanso, redoble de caja y vuelve a lanzarse, hasta casi oler a rueda quemada.

Veo gente. Voy a ir buscando un búnker donde estos tres no me puedan echar el guante. Este tema tiene un aire a Summer nights, que igual por el título no dice mucho, pero es de Grease, cuando Travolta salía haciendo el capullo en las gradas (qué cabrón Travolta). Vale, tiene un rollo más… Boo Devils, más rockabilly, pero hay que reconocer que si pones la parte instrumental te imaginas a Travolta con el tupé.

 

 

Si algún día. Muchos nexos con Vete, en la parte instrumental, pero ésta en cambio es a dos voces, lo que crea un registro sonoro mucho más rico, mucho más completo, que me trae a la mente Nos vemos en el infierno de los Dinamita pa’ los pollos (el mejor nombre de todos los putos tiempos para una banda). Ese estribillo nostálgico pone el toque delicado (que no moñas). Todos tenemos un gracias dentro del pecho para la gente que nos descubrió a nuestros grupos imprescindibles.

Tengo un plan. En los primeros compases estoy pensando en Joey Ramone y la vuelta que le dio a What a wonderful world. Joey, eras, eres y serás el puto amo. ¿Cómo no me va a gustar esta canción?

Hay un detalle que he pasado por alto hasta ahora: las canciones son fogonazos. Dos minutos, apenas rozando los tres el tema más largo, lo que hace que doce canciones a duras penas superen la media hora. Un disco de rock, con un poco de punk, un poco de glam, algo de rockabilly… y sobre todo ganas de pasarlo bien. El rock, si no es divertido, no lo estás haciendo bien.

Para punkis y rockerillos de pelos diversos, enlaces de la banda.

 

Bandcamp

https://kinkiboys.bandcamp.com/

Facebook:

https://www.facebook.com/kinkiboys/       

Contratación:

kinkiboys77@gmail.com

 

 

 

 

Kinki boys -Kinki boys

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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