Y el incombustible Michael Monroe ya está de nuevo con nosotros con otra colección imbatible de grandes canciones. Lo de este nombre no tiene nombre, ¡os lo aseguro!, no sólo tiene una discografía intocable con Hanoi Rocks, tiene un disco de auténtico culto (en todo rockero que se precie de serlo) como el se marcó con Demolition 23 (si no contamos también el de Jerusalem Slim) en los 90’s, ha colaborado con los mejores (la lista sería tan larga…), reactivó a principios de siglo a los Hanoi con otros tres discazos de impresión… sino que ¡¡¡también tiene una discografía en solitario de las que quitan el puto hipo!!!. Bien es cierto que me hice incondicional de la marca ‘Michael Monroe’ en solitario con Sensory Overdrive (2011), quizás incitado por el morbo de ver a Ginger Wildheart mano a mano con el de Helsinki, ¡pero vaya jodido disco!. A partir de aquí, aquel Horns & Halos (2013) con Dregen y el certero cambio de tercio con la entrada de Rich Jones (The Black Halos) y Blackout States (2015) me han llenado a tope de energía y positividad confirmándome que el rubiales sigue en un estado compositivo insultante y que, zorro viejo él, sólo se sabe rodear de los mejores contando con sus fieles Sammi Yaffa (bass), Steve Conte (guitar) y Karl Rockfist (drums) desde que diese por finiquitada la nueva trilogía de Hanoi Rocks…
Salta a las sucias calles porque te espera ‘La Banda de un sólo Hombre’!!!…
Se nota, se nota que la formación se ha estabilizado en el décimo disco en solitario de Monroe al no tener un nuevo cambio de guitarra solista, de hecho Rich Jones ha tenido más peso que nunca en el nuevo disco componiendo siete de los doce cortes de los que consta One Man Gang (2019), además de colaborar en tres más con el cerebro siempre en la sombra de Steve Conte. El disco es fabuloso, nada nuevo bajo el sol en el imaginario de Monroe…¿Quien lo necesita?. Ahí tenemos los cortes punkarras y sucios que tan bien le funcionan a principio de disco y después de sus excelsas baladas/medios tiempos como el inicial «One Man Gang» (colaboración de Captain Sensible (The Damned)), «The Pitfalls of Being an Outsider» o el furioso y crítico con el show business «Black Tides and Red Tape» (¡vuelan los cuchillos Pupil@s!). Una cosa que sí tiene nuestro rocker favorito es la capacidad de facturar baladones sin una jodida gota de baba y ahí tenéis la preciosa «Midsummer Nights» o el recomendable corte de aires fronterizos «Heaven is a Free State». El punk/powerpop no podía faltar, ultimamente es lo que mejor se le da con unos estribillos absolutamente ganadores caso de «Last Train To Tokio», el pesado «Hollywood Paranoia» (¡vaya bajo de Yaffa!) o «Helsinki Shakedown» tan efectivo como emotivo con esos fraseos tan chulos.
En un disco variado como el que tienes entre manos, no se me puede pasar tracks brutales como el hard rocker «Junk Planet» o «Wasted Years» ambos con presencia de harmónica y éste último teniendo como guest star a Nasty Suicide en el ‘solo’, aunque desde luego las canciones que más sorprenden y rompen van a ser «In The Tall Grass», de texturas y atmósferas hasta de cadencia alternativa y el melancólico y ‘looser’ «Low Life In High Places», cuerdas y arreglos como añadido conformando un corte desencantado pero que cierra a las mil maravillas otra SOBERANO DISCO en la discografía de Michael Monroe.
Pero…¡dejémonos de tristezas y agobios!, anda!, coge ‘El último tren a Tokyo’…
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