Desde el 2003 que se estrenó en Broadway, «Wicked» se ha convertido en uno de los musicales más importantes del mundo ganando todos los premios posibles y abarrotando todas las noches allá donde se estrene, como es el caso de Londres donde lleva bastantes años en cartel siendo uno de los referentes en las marquesinas del West End, aunque desde hace tiempo se represente en el colosal Apollo Victoria, el teatro más grande de la capital británica, si obviamos el Covent Garden, y que lleva llenando todos los días desde hace múltiples temporadas convirtiéndose en cita ineludible dentro de los musicales para todos los públicos.
Su autor Stephen Schwartz consiguió la fama como letrista de Alan Menken en éxitos de Disney de los noventa como «Pocahontas» o «El jorobado de Notre Dame» aunque, sin duda, «Wicked» es su obra maestra como compositor y letrista y la obra con la que seguro va a pasar a la posteridad, con sus seis premios Tony, los quince años en cartel (¡y los que quedan!) y el arrollador éxito entre el público.
El problema radica en que se necesita una producción mastodóntica, con un escenario inmenso, unos cantantes excepcionales y una escenografía y efectos especiales que apabullen. Esto se puede ver representado en las más de dos mil localidades del Apollo Victoria presididas por su enorme «caja de escena», donde disfrutar de las andanzas de las brujas del Mago de Oz, pues la obra gira en torno a Elphaba y Glinda, mucho antes de que Dorothy llegara hasta su mundo y cuando todavía eran amigas, compartiendo clases de magia en la universidad y viajando juntas a Ciudad Esmeralda en busca del mago, convirtiéndose en la Bruja Mala del Oeste y la Bruja Buena del Este, luchando entre ellas, con Dorothy, el Espantapájaros o el Hombre de Hojalata.
Los números musicales son espectaculares, desde el inicial «No one mourns the wicked» hasta el inolvidable final, tanto en el precioso dueto «For good» como el tema de El Mago de Oz «A sentimental man» o el precioso solo «I´m not that girl» que varía del todo según lo cante Elphaba o Glinda y que consiguen emocionar a niños y mayores, jalonando el «libreto» con un «humor blanco», donde Glinda es la «rubia tonta» y Elphaba la «fea lista» que va volviéndose más siniestro en el segundo acto para llegar al culmen en el desenlace. Ni que decir tiene que los escenarios son impresionantes cambiando el decorado en cuestión de segundos y con unos conseguidos efectos visuales y de sonido.
Una orquesta dirigida por Joe Mantello que resulta eficaz y que aporta y mejora a todo el reparto, que como se puede imaginar, está soberbio desde el coro pasando por los secundarios y con las dos protagonistas en estado de gracia, como son Alice Fearn y Sophie Evans, por lo menos en la representación que vimos. Uno de esos espectáculos que hay que ver por lo menos una vez en la vida y que esperemos que algún día llegue a España.
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