Hace no demasiado se cumplían dos años del fallecimiento de Tom Petty. Llevamos un tiempo en el las bajas a nuestro lado de la barricada son numerosas. Da igual la edad. Y la repercusión. Nuestros héroes no llevan capas. Usan guitarras, bajos, baterías, micrófonos… Nuestros héroes no siempre son buenos ejemplos a seguir. Bueno. Depende que quieras ser o como vivir. Me afeito frente al espejo. Ritual diario. Desde hace ya demasiado. Silbo una canción. A veces la vida se te refleja entre acordes al son de una letra. Estoy aprendiendo a volar pero no tengo alas. Lo más complicado es la caída. ¡Que bien nos conocías, Tom!. Dos años ya. ¿Quién ocupará tu lugar?. Como si eso fuese necesario. Como si resultase imprescindible. No creo que haya recambio pero si caminos paralelos sin odiosas comparaciones. Bryan Estepa viaja a su lado. El cancionero de Tom Petty en una mano. El de The Jayhawks en el otro. Melodías a flor de piel. Canciones desde dentro del pecho. “Sometimes I just don’t know” atesora un buen puñado de ellas. Quizás forman juntas el mejor disco del australiano Bryan Estepa.
No consiste en tender puentes que coronen comparaciones. Simplemente en dejarse llevar. Y es sencillo. La voz de Estepa induce a ello. Las melodías creadas en este álbum se convierten casi sin querer en pequeñas gemas que atesoras en este mundo de melodías perdidas y descolocadas. Pero no solo la voz de Estepa sobresale en este “Sometimes I just don’t know”. Como ya dije mas arriba, no puedo evitar el evocar a la banda de Olson y Louris y sus maneras de mimar la forma de componer para conseguir esa belleza absoluta contenida en unas notas. Desde esa maravillosa “I’m not ready for this” que abre el disco pasando por el americana de “Granted” o “Valleys”, los efluvios pop de “Not ordinary” y la añoranza a Petty de “Measure of a man”. Un gran disco. Y mucho más.
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