Dejo completamente de lado sonidos saturados de fuzz y pestuzo a desierto para acometer todo lo contrario con una punk rocker recién llegada, una bestia parda de armas tomar con una banda que está en boca (y orejas) de todos desde poco antes del comienzo del verano y que lo están petando en tiempo record. Ésta no es otra que la australiana AMYL y sus THE SNIFFERS!!!!!…
El nihilismo y el tener más cara que espalda como imposición fue crucial para crear su primer EP, Giddy Up (2016), que apestaba a ‘demo’ por los cuatro costados y demostraba ya una fijación enfermiza por el punk/New Wave del ’77 con Ramones, Dead Boys, Pistols y los primeros Blondie pero también el de principios de los 80’s con Black Flag, Germs, Gits… así como de referentes más autóctonos tipo The Saints o The Birthday Party. Tan sólo unas horas les costó componerlo y grabarlo.
La semilla, la caradura y los ovarios de nuestra protagonista estaban puestos sobre la mesa y tan sólo les faltaba pulirse un poco a nivel de grabación e imagen así (los ‘mullets’ como cabelleras estaban aún por llegar…), en 2017 lanzan su segundo EP, Big Attraction (2017) (ahora sí, ya con ‘mullets’ e imagen 80’s), que si bien se aleja del sonido ‘demo’ sigue ofreciendo esa peligrosidad y aristas underground componiendo sus primeros ‘instant classics’ como «I’m Not A Loser» o esos disparos a quemarropa que suponen cortes tan sangrantes como el explícito «Blowjobs» o el alocadísimo «Balaclava Lover Boogie». Fresco, loco y sucio, no se les podía pedir más.
Pero llega el turno de confirmar a lo grande que la reencarnación ‘millennial’ de Wendy O., Cherie Currie y aquella Debbie Harry más cruda y punky demuestre con su banda que tienen la capacidad de dar el salto a lo grande y convertirse ellos y su sonido en un ente más profesional y serio sin salirse de los canones punk y street punk y de la máxima ‘do it yourself’ que les ha caracterizado desde sus principios. Ha llegado la hora de demostrar que pueden acometer canciones tan rematadamente crudas pero tan irremediablemente catchys como las de su LP debut, Amyl and The Sniffers (2019).
He de comenzar dejando claro que ha sido mi disco del verano, ese disco que no me ha dejado en ningún momento y que he escuchado hasta en los sitios más insospechados (…). La colección de canciones es de aupa lectoras/es, la banda ya propone una producción que, si bien no deja de ser cruda y punkarra por los cuatro costados, se nota que esa mejora considerable en sonido para gustar hasta a los más hipsters del lugar sin huir lo más mínimo del sonido del ’77. Suenan rematadamente frescos, directos, con composiciones ultra-simples pero jodidamente certeras, crudas, ¡muy crudas! pero imbuidas por melodías irresistibles hasta decir basta. Con un disco tan sobresaliente y expontáneo como éste debería citar absolutamente todos los cortes pero simplemente nombraré trallazos punkarras como los cabreados a rabiar «Gacked on Anger», «Got You» o «Cup Of Destiny», o los más suicidas y vertiginosos «GFY» (Go Fuck Yourself) y «Punisha». Pero también existen declaración de intenciones tan rotundas y aplastantes por parte de Amyl como en el caso del punk’n’roller «Control», los más ochenteros «Angel» y «Shake Ya» bajando el nivel de agresión y visceralidad (que no de crudeza sónica). Acabar un disco con un zambombazo penetrador a medio camino entre el high energy 90’s, la new wave y el punk rock 70’s como «Some Mutts (Can’t Be Muzzled)» con estos cuatro frikis dejándose la piel y ofreciendo tanta frescura es que te deja knoqueado irremediablemete. Hacía mucho tiempo que no se conseguía tanto en un disco con tan poco, haciendo fácil lo que parece más difícil… y eso no es otra cosa que componer temazos que se me han quedado tatuados para los restos…
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